Ciertamente es una frase trillada para tomarla como titulo a esta entrada,
pero no encuentro un conjunto de palabras que describan mejor la actual situación
del país, donde se insiste en no variar para nada, -y en nada-, desde hace
semanas, en algún aspecto fundamental nacional, incluso si consideramos en ello la enfermedad de
Hugo Chávez, -de la hemos habíamos en el pasado-, y todo esto en medio de unas elecciones
regionales que quizás ante la mirada de la sociedad venezolana, se realizan cargadas de esas mismas fallas que vimos en los comicios
presidenciales del pasado octubre, en medio de esa marcada ausencia
del eje absoluto de una “revolución” que no ha aprendido a ir más allá del propio
líder devenido con el tiempo en especie de Atlas que soporta al mundo, sumado
todo esto a una total carencia de liderazgos
alternos al del ciudadano presidente, lo que permite a nuestra destartalada comprensión
nacional, ir así cerrando un cuadro al
fin de cuentas no nos aleja de todo lo
dicho antes en este blog.
Lo aceptemos de buena manera o no, ante nosotros tenemos que la mayor
paradoja de nuestro país sigue siendo la misma:
“EXISTIENDO LOS RECURSOS PARA SER UN
PAÍS DESARROLLADO, AÚN NO LO SOMOS”
Debajo de tal afirmación subyace una dura realidad:
No hemos logrado el entendimiento
colectivo del cómo hacerlo, ni hemos sido capaces, -a propósito de ello-, de
decidirnos a hacerlo.
Por razones que muchos no terminan de entender, seguimos enfrascados en
seguir caminando por los atajos de la indolencia, la inmoralidad y la
impunidad, pese a los brillantes
logros que puntualmente podemos denotar de los últimos gobiernos en nuestro país,
(incluido este), que más bien terminan siendo ante esos caminos elegidos al
calor de una mentalidad tercermundista, pequeños brillos de luciérnagas en medio de una oscuridad que no termina aún.
No consigo motivos para dejar de afirmar aún hoy, que Barrabas actuó sin remordimientos a la hora de mentir sobre su
estado de salud antes de las elecciones, (adelantándolas inclusive), bajo el
pretexto de que todo “se puede hacer por
la patria”. Barrabás Junior una
vez perdido en su tarea presidencialista, arrastrando según él, “su guayabo”,
cayó en la tentación de agarrarse del poder, aunque ya no fuera el de
Miraflores, como método efectivo a la vista de su entendimiento y el de sus
interesados y zalameros allegados, para mantenerse finalmente en las altas
esferas políticas de la actualidad venezolana, pero demostrando con ello finalmente
su inexistente disposición real a ser líder nacional, capaz de sembrar
entusiasmo por sus propias propuestas, casadas de verdad con la nueva visión
que necesariamente se imponía aparecer como paso previo a la acción de dar
aquel tan ansiado siguiente paso en el entendimiento nacional..
Por esto es que Barrabás Jr.
intenta volver a casa; si lo logra o fracasa será irrelevante; el hecho
irreductible es que nadie, -como él mismo-, quieren asumir el liderato
nacional. Nadie quiere o nadie aguanta una lucha frontal contra un estado “Chávez-céntrico” (…que gira en torno a Chávez).
Nadie ha entendido las premisas básicas de la lucha inteligente, de la
lucha de resistencia: Hablar con la verdad en la mano, y el honor en el corazón.
Sin violencia, sin arrogancia.
Tenemos que estar claros: No es lo mismo precisar lo que se debía hacer
en Venezuela para salir del subdesarrollo, que la manera en que finalmente se optó para intentar sin mucha claridad hacerlo, y de la
mano de quien se hizo. Las ultimas dos cosas, tomaron más protagonismo
que el hecho mismo sobre el correcto proceder que se concebía adecuado para el país en términos de verdadera justicia social, pues todo
ello se sucedió ante la interpretación inocente de que siempre es mejor “agarrar, aunque sea fallo”, que ante el
peso de una sabiduría nacional optando por un camino de constitución y leyes,
siempre más difícil de cumplir, cuando estas se perciben como externas a
nuestra propia identidad.
De allí nuestra segunda gran paradoja:
“TENIENDO UNA HISTORIA MARCADA POR EXTRAORDINARIOS Y PRECLAROS HOMBRES Y
MUJERES, CONTINUAMOS MOSTRÁNDONOS CARENTES DE UN CONCEPTO REAL DE IDENTIDAD
NACIONAL”
Ahora por ello hemos caído en la incomodísima situación en la que creemos
estar ante un pueblo épico, soberano e independiente, cuando en realidad, ningún sector social, se
ha enfrentado a esta realidad “pendular” que vivimos, donde solo somos capaces
de actual lanzándonos de un extremo a otro, sin ser capaces de apaciguarnos, de
hilar fino, y de pensar en frio, en base a nuestros pasados aciertos y errores.
Ante unas aburridas e insípidas elecciones para elegir “al resto de las cuotas de poder político
que fuera de la sombra de Chávez quedan”,
podemos apreciar como nuestra miopía, -y las apetencias individuales de todos aquellos que usurpan puestos políticos llamados a ser plataformas de justicia-, son las que mandan; cómo es que nuestra
incapacidad para hacernos unos con un
sueño nacional unificado, dicta aún nuestro accionar a veces miserable, a
veces inmaduro, pero siempre, para nuestra desgracia, subdesarrollado.
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