“Son una gente que viven al norte de Venezuela; tienen mucho dinero, parece que ganaron unas guerras y perdieron otras; dicen saber como hacer las cosas y se llevan por delante a los que digan que no. Ah, y claro, allí vive Mickey Mouse y se compra barato en Miami…; fulano se fue a vivir allá y gana mucho dinero; ya tiene un carro y casa equipada, ¡y eso que lo que hace es lavar sanitarios!”
Quizás es una de las tantas respuestas casi estereotipadas, que cualquier venezolano, y en general, cualquier latino, puede dar en una primera pregunta, sobre esa nación, siempre al norte de Latinoamérica, llamada: “Los Estados Unidos de Norte América”.
Un país donde ya Francisco de Miranda tuvo que hacer, en sus andanzas libertarias por el mundo, y del cual Simón Bolívar emitió opinión ante el peso que ya en la época de nuestra independencia, tuvo esa nación.
Nacida de la confluencia de ingleses, escoceses, irlandeses, franceses, más una diáspora de nacionalidades, sobre un territorio virgen, habitado solo por gentes incapaces de hacer frente al predominio técnico europeo, (siendo arrasados por estos), prontamente se erigió como la cuna de la libertad, -aunque inicialmente sólo del hombre caucásico-, capaz de sobrepasar en poder a su antiguo amo.
Como sea, desde allí partieron los primeros intentos organizados de independencia hacia nuestras tierras, y posteriormente, de allí surgieron recursos de apoyo a nuestra causa. Nunca tuvieron un papel determinante, y mas de una vez exasperaron con su ambigüedad frente a las injusticias de los ya ponientes imperios británicos y españoles, a El Libertador, quien terminó sentenciando con su famosa proclama, el cuidado a tener con la gente del Norte.
De allí, al “Green go” (Gringo), y a los abogados estadounidenses que “gentilmente” nos representaron frente a los británicos ante el problema de Guyana, -donde los ingleses no podían rebajarse a hablar con nuestros representantes-, lo único que hay es una enorme cantidad de indiferencia.
¿Pero son tan malos en realidad?; ¿Se han erguido como la plaga de América latina?, ¿Nos condenarán por siempre a ser sumisos, a ser su patio trasero?
No lo creo; primeramente debemos recordar lo que decíamos hace días sobre nuestras debilidades que hacen a su vez fuertes a quienes desde afuera, quieren cambiar algo ilegalmente en el país, luego, tenemos que aclarar que el estado de conciencia mundial ha evolucionado, mucho, e injusticias como las del imperialismo de antes, no son ya posibles. Más miedo habría que tenerle a las grandes corporaciones que logran hacer dinero, con la “mano mojada” (conciencia comprada) de todos los gobiernos, pero eso es otra historia…
En segundo lugar, y es lo más importante: Sólo son un pueblo, con una idiosincrasia, con una historia y con una dirección de trabajo que está basada en sus propias grandezas y fallas. Tengan por seguro que serian una nación más de Latinoamérica, si los españoles hubieran sido sus conquistadores y administradores. Afortunadamente, pese a algunas nefastas consecuencias, eso no sucedió. Una nación tan limitada en casi todos los sentidos, como la resultante de esa herencia colonial hispana, no hubiera podido enfrentar a un tirano como Adolf Hitler, durante lo que se convirtió en la segunda guerra mundial. El mundo sería otro, con un amo… nazi-alemán.
Los estadounidenses no son ni más ni menos que nosotros; lo único que nos diferencia, es que ellos trabajan, inventan y comercian, mientras nosotros fundamentalmente, sacamos petróleo y lo gastamos, comprando lo que gustosamente están dispuestos a vendernos.
Quieren prosperidad para su pueblo tanto como nosotros; desean hacerle saber a los demás en el mundo, lo que entienden por justicia, y todo el planeta tiene la obligación de hacerles ver donde están sus aciertos y errores.
No les puedo pedir que lean sobre la historia de los EEUU, puesto que probablemente ni la historia de Venezuela les guste leer. Sin embargo, les invito a la reflexión.
Los estadounidenses, ¿Tienen vicios?; claro que si, y terribles, por cierto, pero: ¿No los tenemos nosotros también? ¿Que no hay tantos asesinatos aquí como en EEUU, por ejemplo?; eso es falso: Quizás aquí se den 10.000 al año, mientras que allá ocurren 200.000, pero ¿Acaso no hay aquí sólo 24 millones de personas, mientras allá hay más de 250 millones?
¿Donde está “disparado” entonces el índice de criminalidad?
Podríamos hablar también que son grandes consumidores de drogas, para citar algo negativo en ellos, pero tendríamos que hablar igualmente de cómo sin medir conciencias, Latinoamérica siembra, cosecha y envía toda esa droga para allá, a cambio de verdes dólares. ¿Dónde está nuestra dignidad? ¿Somos mejores que ellos?
¿Son el imperio terrible que nos arrasará si nos descuidamos?
Ya lo hemos hablado: Son tan peligrosos, como nosotros seamos dependientes de lo que nos pueden vender. ¿Por qué invadirnos por el petróleo, si se los vendemos con los pantalones abajo, ya que necesitamos el dinero?; ¿Quieren nuestra agua dulce?; ¡Que agua dulce!, ¡si tenemos contaminado todo!; El lago de Maracaibo era el reservorio de agua dulce mas grande del mundo, decían, pero con la cloaca de Maracaibo, de Mérida y Trujillo, ¡ya ni para los peces va a servir! No me hablen del lago de Valencia, por favor…
¿Por nuestro territorio?; ¡pero si más le hemos “regalado” a los brasileños, colombianos y quien sabe a quienes mas!
Sólo son el “enemigo imperial” que quizás, algunos necesitan para justificar nuestro continuo “mirar hacia fuera”, para no darnos por aludidos, cuando el pútrido olor de nuestros vicios, inunda la casa donde dormimos. -El Galtieri de la Argentina dictatorial a principio de los ochenta, quiso ver en Inglaterra al enemigo externo que distrajera la atención de los argentinos de sus propios vicios, y tuvieron por ello, sus Malvinas, con su derrota, de la que aún no se recuperan-.
La estrategia del engaño y la distracción son conocidas desde hace miles de años, teniendo a Sun Tzu como principal artífice. Los militares y los políticos (así como la mezcla de ambos), lo saben muy bien…
En más de un sentido, los EEUU han sido el motor del mundo, y como un motor de combustión, han contaminado igual. Quizás los chinos asuman ese rol con gusto, en su afán de expansión y comercio, pero no por ello, los estadounidenses y su nación, dejarán de ser lo que históricamente les ha correspondido: Ser un catalizador de cambios.
Mientras, -y seguramente debido a esto-, los pueblos latinoamericanos siguen recibiendo grandes cantidades de remesas, producto del trabajo de millones de sus familiares que han emigrado al norte, y que a veces suponen más de un décimo de su ingreso anual total como naciones. No es el caso de Venezuela, por cierto, porque la comunidad venezolana en EEUU, -por mediocridad idiosincrásica o incapacidad-, es la que menos remesas envían a su país de origen.
Quizás a los estadounidenses les haga falta un poco del calor que como latinos tenemos, y a su vez, a nosotros nos haga falta su constancia con el trabajo, y su lucha, con sus altas y bajas, por el apego a su constitución y sus leyes.
Quizás mas adelante eso ocurra: la continua migración hacia EEUU por parte de los latinoamericanos, eventualmente creará una nueva forma de conciencia en ese país, y su mayor sensibilidad les haga extendernos la mano, no para sujetarnos, sino para liberarnos de los últimos vicios que tengamos. Como ellos, nosotros debemos hacer el mayor esfuerzo por nuestra propia cuenta para lograrlo. El camino a la grandeza no tiene atajos.
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