viernes, 13 de noviembre de 2009

Desestabilizadores y tentáculos de ambiciones y poder, nacionales e internacionales siempre habrán...

...la pregunta es: ¿Serian una amenaza real si el país marchara bien?

La respuesta es obviamente, no. De erigirse Venezuela en lo que hemos visualizado que podría ser, ninguna organización o movimiento anti-institucional, tendría cabida en la nación. Se limitarían siempre a ser meros ridículos, fuera de contexto, y sujetos al castigo de la oportuna ley.

Pero no es el caso actualmente: la desestabilización, la infiltración, y la implantación de la mentira, tienen poderosas probabilidades de penetrar y tener éxito.

Habría que comenzar por nuestra ya citada débil identidad nacional, y nuestra casi inexistente cohesión en torno a un valor superior a nosotros mismos, pero por cierto, no impuesto por alguna particularidad en las esferas políticas, religiosas, o militares.

No vale la pena detenernos a analizar los entuertos del pasado lejano, cuando de amenazas y de su neutralización se trata, sobretodo cuando el actual gobierno venezolano, con sus 10 años a cuestas, comenzó ya hace tiempo ha contar sus actuaciones como elementos históricos, -por lo viejo que ya es-, y bastará entonces analizar los últimos años del mismo.

En esos mismos últimos años, hemos podido ser testigos de los intríngulis que desde el exterior, han sido escritos, enviados y aplicados, con el fin de retornar al viejo “statu quo” de los 70 y 80´s.

Sin embargo, la mega estructura administrativa que hemos forjado buscando superiores niveles de gobierno, se ha erigido como el propio peso muerto que amenaza con hacer colapsar la estructura misma de administración y mando gubernamental, haciendo soñar a las mentes creadoras de aquellos intríngulis, con gloriosos retornos, que en verdad nunca más regresaran...

Por esta razón, por cierto, aclaremos que por ejemplo, los estadounidenses no necesitan de bases en Colombia para espiarnos o atacarnos; les basta y sobra cualquiera de sus flotas navales para hacer eso, desde el mar, con una facilidad que causa vertigo...

Los brasileños no necesitan espías, cuando tienen hábiles empresarios que logran penetrar la estructura de decisión administrativa y política.

Los colombianos no necesitan atacarnos; les basta con barrer hacia nosotros, como ya lo hacen con el plan Colombia, a la guerrilla, el paramilitarismo, y a las clases sociales desposeídas que el estado colombiano no busca proteger ni hacer prosperar.

A otros gobiernos latinoamericanos, les basta con mover la cabeza como los perritos de adorno que se colocan en el tablero de los automóviles, para garantizar sus respectivas becas venezolanas.

Lo que nos mata es la riqueza en petro-dólares, que fácilmente pueden ser robados, si se llega a tocar la puerta burocrática adecuada. Así las cosas, nuestro peor enemigo, nuestro verdadero infiltrante, es la descomposición social, que nos hace marchar como nación, cada vez de peor manera.

Insistamos: Aún no hemos tocado el fondo, y no es necesario hacerlo, para enrumbarnos sabia y hermanadamente como venezolanos, hacia el futuro.

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