- Lee y analiza en detalle los programas electorales de los partidos políticos antes de escoger una opción en las urnas.
- Revisa bien el historial de tus políticos preferidos; si han engañado o han causado estragos con su gestión, recházalos sin dudar.
- Duda de aquellos políticos que hayan hecho lo contrario de lo que prometieron hacer por ti y por tu país, y que mienten sistemáticamente.
- Nunca confíes en políticos que hayan prevaricado o incurrido en actos delictivos, como apropiarse de dinero público o hacer uso de información privilegiada para lucrarse personalmente.
- Antepón la razón a la emoción. Si te emocionas, te volverás vulnerable y te atraparán en sus redes emocionales, lanzadas desde sus departamentos de marketing político, hasta convencerte de que ellos son la única opción viable para tu bienestar y el de tu país.
- Rehúye toda acción de marketing proveniente del ámbito político. El marketing se basa en la estrategia, y ésta, en el engaño.
- Huye del tono mitinero en el que se enardece a las masas para mayor gloria del líder de turno.
- Desconfía de los políticos profesionales que se enquistan o pretenden hacerlo sine die en sus cargos públicos para vivir a costa del erario.
- No votes por inercia, porque es lo que siempre has votado, por ser la tradicional opción política de tu familia, porque te sientes identificado con unas ideas vagas, por la presión social o sólo porque te gusta el candidato.
- Vota a los candidatos que estén bien preparados, con la cualificación mínima imprescindible para desempeñar su elevada responsabilidad.
- Otorga tu confianza a los que se comprometan a llevar a cabo lo que a ti te gustaría que sucediera, lo que consideres viable y positivo para el conjunto de la nación.
- Vota a personas que hayan demostrado que son de fiar y te propongan un programa de gobierno realista.
- Si un político dice constantemente lo que quieres oír, desconfía. Si todo te lo pone de color de rosa y ofrece en demasía, no te fíes ni lo más mínimo.
- Confía en aquellos políticos honestos que renuncian a su vida privada, en muchos casos mejor remunerada, para entregarse a los demás.
En definitiva, votar -o abstenerse o votar en blanco- es un acto de gran responsabilidad y un hecho relevante en el devenir de la democracia. Máxime cuando lo que tenemos es una partidocracia que vive de captar el voto, a costa de lo que sea necesario.
¡Que tu inteligencia política guie tu mano el día de las elecciones!"