Continuando con lo que necesariamente
sería una larga descripción del panorama actual e inmediato en la Venezuela que
nos va quedando bajo los pies, es necesario aceptar que no hay salidas
"pacíficas" que no supongan también un calvario en sí mismas, al
menos tan largo en ocasiones como la misma longeva y dolorosa presencia de la “revolución”
bolivariana; el uso de la fuerza es inevitable, salvo la ocurrencia de un
terremoto en el área central del país, que arrase con la elite política y militar
existente, (más miles de inocentes en el
proceso), porque antes de pensar en las FFAA como “última aunque remota opción”, no lo olviden: las FANB (Frente Armado de Nicolás y su Banda), en
su cúpula de “gobierno” son parte integral e intima del problema, al manejar buena
parte importante de la economía
venezolana y gozar sin auditoria posible, de sus beneficios.
Tampoco es tiempo ya de salidas
negociadas por la “oposición”; esa es una figura política totalmente desgastada en Venezuela, salvo algún “naufrago” aislado
(y esperemos) que rescatable, porque
serán necesarias todas las cabezas pensantes.
NECESITAMOS liberarnos por nuestra
propia mano en lo posible, porque necesitamos volver a creer en nosotros
mismos. Urge demostrarnos que si podemos perfila y erigir un país soberano y
justo, con una robusta economía y una sensibilidad humana contemplada en cada
uno de sus ámbitos. NECESITAMOS reconstruir una empresa como PDVSA o CORPOELEC,
y mostrarnos a NOSOTROS MISMOS que si podemos hacerlo y ser honestos y transparentes
en el proceso. Es crucial para creer en nosotros mismos. No nos dejemos llevar
por cantos de sirenas extremistas.
No permitan
que les engañen, mis queridos compatriotas con eso de diálogos: ¿Si nadie en 1944 buscó dialogo con Hitler, por qué en Venezuela en el 2019 si se hizo,
y algunos incluso pretenden aún hacerlo en el 2020 como salida “consensuada” a
la “Crisis”, teniendo ya precio las cabezas de esos criminales en el mercado
internacional de las recompensas?;
¿Acaso había solución pacífica con
Hitler presente en ese momento?;
Claro
que no.
Igual ocurre en Venezuela. La opresión se volvió herramienta útil y bien
afinada para mantener el control del poder en el país en manos de un régimen no
democrático. No lo reneguemos; llevamos 20 años en esta patética negación a la
que siempre le damos por salida, la intervención divina, extranjera o de una
fabulosa buena energía que unge a los que aquí vivimos y que sería capaz de
cambiarlo todo sin que moviéramos un dedo.
La historia es clara y se encarga de
patear en la cara a quien la ignora: con totalitarios no se dialoga, ni con la
"oposición" que deja en claro con sus actos (que no con sus palabras en ocasiones), que solo facilita su propia permanencia
en el poder.
Si algo se ha demostrado en Venezuela,
es que se puede usurpar absolutamente todo, sin
salirse de lo “legítimo”, cuando los que interpretan la ley, son
los mismos que detentan el poder.
Sabemos que
aún hay gente que apuesta todo a los partidos políticos y sus dirigentes como
única salida a la “crisis política” que vivimos, y a esto hay que
decir lo siguiente con claridad: quién
mide el apoyo requerido para gobernar una nación en términos de partidos
políticos, sin duda mide también la administración de un país en los mismos
términos y entonces se hace puede hacer cómplice de la repartición de cuotas de
poder y oportunidades no éticas entre los círculos de poder instauraos a propósito
de los partidos políticos dejados a su libre “albedrio”.
¡No lo neguemos!;
¡Es que estamos hasta el cuello
nadando en excremento producto de esa enferma realidad que hemos tolerado dejar
crecer y multiplicarse!
Permitir que partidos como el PSUV y
los movimientos más comprometidos del lado de la oposición participen en
futuras elecciones, (estas exclusivamente
realizables bajo condiciones realmente libres y soberanas, una vez dejado atrás
el régimen existente al presente), sería como que el partido alemán nacionalista
de Hitler, junto al de Benito Mussolini en Italia, participaran en elecciones “Limpias y justas” tras la Segunda Guerra
Mundial en Europa o peor, en la para entonces recientemente fundada Israel.
¿Por qué ellos jamás lo habrían permitido y
nosotros si?
¿Por “buena gente”, o por incautos?
Sé que lo que
digo genera diferencias, pero ello no deja ser cierto solo porque se levanten algunos
ofendidos a renegar una realidad que les tiene ya desfigurada la cara y nublada
la vista, de tanto pegarles de frente; no podemos permitir que la sociedad se
reduzca a una pelea entre dos bandos fanáticos, que actúan como gente que estando en un
"salón" solo con dos sillas, -una
con un clavo rojo y otra con un clavo azul-, se pelean por defender el
asiento que escogen para dolorosamente sentarse, mientras critican a los que
estando de pie en su mayoría (ustedes y
yo), exigemos sillas sin clavos.
Sun Tzu (el antiguo general chino autor de “El Arte de la Guerra”) lo
sostenía, y no apreciar sus consecuencias nos trajo a esta debacle: “Ninguna nación se ha beneficiado de
mantener una guerra prolongada”
Nos guste o no, Venezuela como la
visualizábamos se perdió irremediablemente desde hace muchos años, -a principio de los ochenta concretamente-,
tras lo cual Chávez, contrariando la vieja sabiduría del general chino,
sumergió al país en una continua y desgastante “guerra” ideológica, económica y
social, necesaria para amoldar la nación a su particular visión mesiánica al
calor de un cada vez más necesario compromiso anti ético de por medio, y que en
esencia, perjudicó a cada venezolano de a pie, desolando toda capacidad de
reunir en un solo gobierno, el pragmatismo que un balanceado y socialmente
consciente plan de desarrollo nacional requería.
El estado ruinoso de las cosas, y el
predominio de un régimen ya abiertamente mafioso y narco-complaciente, con
claros visos de simpatía por movimientos y acciones terroristas, no deja más
opción que derrocarlo, si se quiere pasar rápido el trago amargo que de otra
manera vendría a suponer el “tomarse con una pajilla”, aquel veneno que
supondría un “gobierno de emergencia” constituido nada más y nada menos que por
“representantes del régimen y de la
oposición”, protagonistas TODOS HASTA HOY DIA, del secuestro y destrucción
vivida en Venezuela.
Dado el estado mental de los factores
de poder en Venezuela, y salvo que ocurra un imprevisto, como el ya mencionado
de un movimiento sísmico desastroso, o el coronavirus, o que surja un liderazgo
de esos que NO AVISAN NI PIDEN PERMISO PARA ACABAR CON UNA TIRANIA y SUS
POTAGONISTAS (así sea para cobrar las
recompensas ofrecidas por USA), lo más probable es que primero se vayan ustedes
de este mundo, que este régimen dejado en herencia por Chávez, originado en la
transmutación bizarra del ya mencionado “dañado” coctel de intereses heredados de
la cuarta república.
En medio de la incapacidad social
manifiesta para coordinarse y derrocar a un gobierno con la intención de
instaurar otro, lo cierto es que Venezuela está harta de encuestas, discursos y propuestas
entubadas,
que solo convienen a los que las proponen.
¿Saben
cuál va a ser el líder?: El que
derroque a Maduro y a Guaidó sin pedir permiso, únicamente con la intención
de retomar el orden constitucional.
Ese es el que va a tener derecho a
proponer. Así funciona la humanidad, y así hasta el sol de hoy, hemos
demostrado que probablemente ocurra en el país. Cualquier otra opción, será
simplemente optar por el camino fácil de la poca exigencia como sociedad, y
usualmente ese es el camino más suave, pero penoso, para no llegar a ninguna
parte.
Está hora de entender que nos hemos
ido quitando la “máscara” de ser exclusivamente gente bonachona y amable; aquella de “pueblo amoroso y abierto”. Los torturadores del régimen no salieron
de una caja de “Corn Flakes”; son hombres y mujeres bien venezolanos, que
aceptaron el mal recomendado por cubanos y otras nacionalidades, para oprimir y
conseguir sus objetivos.
Aceptémoslo: Hay sed de justicia y hambre de libertad, y estas cosas no se “sacian”
lanzando flores. La mirada de la gente refleja el resentimiento que años de
maltratos y traiciones han acumulado; ese es el detonante de cambios profundos
y del momento de reconocer no solo lo positivo en nosotros mismos, sino también
aquello que es capaz de destruirnos por haberle dado la espalda a las alarmas
contra nuestras propias arrogancias.
Seguir conteniendo eso, solo nos
llevará a un punto de inflexión más doloroso que el que ahora enfrentamos.
La línea que
dividía la recuperación del camino sin retorno hacia el desmontaje total de lo
que ha sido Venezuela, ya se cruzó; por esa razón sostengo desde hace
tiempo que el régimen que detenta el poder en Venezuela y la estructura de
apoyo opositora creada a su alrededor (en
términos de desolación, siembra de desesperanza , número de desaparecidos,
presos y asesinados, con tortura institucionalizada), es uno de corte TERRORISTA,
y que una de las dos maneras de salir del régimen así calificado es ya con
fuerzas externas que coordinen con las “FAN pro-derrocamiento de Maduro” (si es que logran superar el férreo control
cubano), el establecimiento de un gobierno de transición formado por una
junta de gobierno, un poder judicial, y un poder electoral.
(Una
primera “opción” no puede ser nunca despreciada por improbable: la
organización y levantamiento de la población, hastiada de esperar).
No podemos esperar más tiempo aguardando por ese “mundillo” de la
política venezolana, que envuelve y cautiva a quienes ven en la conveniencia,
más virtud que en la propia verdad. No podemos confiar en políticos que ante
una declaratoria estadounidense sobre el estatus de régimen narco criminal para
el presente en nuestro país, y el ofrecimiento de recompensas por la captura de
sus cabecillas, la actual “presidencia encargada” no se alinee frontalmente con
lo que se muestra como clara conveniencia estratégica para nuestros intereses
de libertad y construcción de una nueva Venezuela; la “2.0”, donde quizás por
fin podamos darle forma a la “sexta República” que nos permita crear la base de
una “séptima” con la cual poder decir: “lo
logramos; hemos dejado algo decente para la próxima generación”.
Recuerden: estamos
en un laberinto en esencia moral y su consecuencia es crudísima: el secuestro
de la nación a manos de un régimen terrorista y una oposición inoperante y
sospechosa, con el triste resultado de que sólo dos cosas unen: la avaricia (de ellos, los del régimen y sus colaboradores), o la sed de justicia (en nosotros), y hasta ahora nos hemos
conformado con ignorar esa factor y más bien el aceptar tácitamente el sufrir
en medio de la inacción por haber sido incapaces de organizarnos y colocar un
ideal por encima de todos los involucrados.
Ya no hay nada
más que buscar ni explicar. No hay opciones intermedias, ni político por quién
meter la mano en el fuego.
Cierto es que
ningún extranjero debe decidir por su propia cuenta una intervención, pero no
podemos caer en el cliché de suponer que nosotros solos podremos, y esto lo
digo porque no ha manera de que un factor de oposición por si mismo ya sea
capaz de desmontar el multimillonario negocio y alcance del control militar
sobre la economía venezolana.
No hay manera
"por las buenas", con una
oposición tan dañada ya; debido a eso debemos triangular el apoyo, con nuestras
propias acciones mancomunadas.
Queridos
compatriotas de a pie, que sufren en carne propia tanto como nuestras familias:
mejor es caer que seguir colgando.
Este régimen insiste en respirar y
sobrevivir con todos nosotros secuestrados, y lo seguirá haciendo mientras no
nos quitemos de encima toda lacra política que ya al día de hoy, está bien
identificada y localizada como factor que posterga nuestra redención a lo que
somos: hijas e hijos de una tierra que supo conseguir su libertad en el pasado.
No lo olviden: todo político es CULPABLE hasta que se demuestre que solo es SOSPECHOSO,
en este Estado fallido que apenas puede seguir llamándose “Venezuela”, y donde
en comparación, Sodoma y Gomorra solo son cuentos para “arrullar niños”.
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