martes, 7 de abril de 2020

Cuando todo lo que podía torcerse, se tuerce. (2da parte)



Continuando con lo que necesariamente sería una larga descripción del panorama actual e inmediato en la Venezuela que nos va quedando bajo los pies, es necesario aceptar que no hay salidas "pacíficas" que no supongan también un calvario en sí mismas, al menos tan largo en ocasiones como la misma longeva y dolorosa presencia de la “revolución” bolivariana; el uso de la fuerza es inevitable, salvo la ocurrencia de un terremoto en el área central del país, que arrase con la elite política y militar existente, (más miles de inocentes en el proceso), porque antes de pensar en las FFAA como “última aunque remota opción”, no lo olviden: las FANB (Frente Armado de Nicolás y su Banda), en su cúpula de “gobierno” son parte integral e intima del problema, al manejar buena parte importante  de la economía venezolana y gozar sin auditoria posible, de sus beneficios.
Tampoco es tiempo ya de salidas negociadas por la “oposición”; esa es una figura política totalmente desgastada en Venezuela, salvo algún “naufrago” aislado (y esperemos) que rescatable, porque serán necesarias todas las cabezas pensantes.

NECESITAMOS liberarnos por nuestra propia mano en lo posible, porque necesitamos volver a creer en nosotros mismos. Urge demostrarnos que si podemos perfila y erigir un país soberano y justo, con una robusta economía y una sensibilidad humana contemplada en cada uno de sus ámbitos. NECESITAMOS reconstruir una empresa como PDVSA o CORPOELEC, y mostrarnos a NOSOTROS MISMOS que si podemos hacerlo y ser honestos y transparentes en el proceso. Es crucial para creer en nosotros mismos. No nos dejemos llevar por cantos de sirenas extremistas.

No permitan que les engañen, mis queridos compatriotas con eso de diálogos: ¿Si nadie en 1944 buscó dialogo con Hitler, por qué en Venezuela en el 2019 si se hizo, y algunos incluso pretenden aún hacerlo en el 2020 como salida “consensuada” a la “Crisis”, teniendo ya precio las cabezas de esos criminales en el mercado internacional de las recompensas?;
¿Acaso había solución pacífica con Hitler presente en ese momento?;
Claro que no. Igual ocurre en Venezuela. La opresión se volvió herramienta útil y bien afinada para mantener el control del poder en el país en manos de un régimen no democrático. No lo reneguemos; llevamos 20 años en esta patética negación a la que siempre le damos por salida, la intervención divina, extranjera o de una fabulosa buena energía que unge a los que aquí vivimos y que sería capaz de cambiarlo todo sin que moviéramos un dedo.
La historia es clara y se encarga de patear en la cara a quien la ignora: con totalitarios no se dialoga, ni con la "oposición" que deja en claro con sus actos (que no con sus palabras en ocasiones), que solo facilita su propia permanencia en el poder.

Si algo se ha demostrado en Venezuela, es que se puede usurpar absolutamente todo, sin salirse de lo “legítimo”, cuando los que interpretan la ley, son los mismos que detentan el poder.

Sabemos que aún hay gente que apuesta todo a los partidos políticos y sus dirigentes como única salida a la “crisis política” que vivimos, y a esto hay que decir lo siguiente con claridad: quién mide el apoyo requerido para gobernar una nación en términos de partidos políticos, sin duda mide también la administración de un país en los mismos términos y entonces se hace puede hacer cómplice de la repartición de cuotas de poder y oportunidades no éticas entre los círculos de poder instauraos a propósito de los partidos políticos dejados a su libre “albedrio”.
¡No lo neguemos!;
¡Es que estamos hasta el cuello nadando en excremento producto de esa enferma realidad que hemos tolerado dejar crecer y multiplicarse!

Permitir que partidos como el PSUV y los movimientos más comprometidos del lado de la oposición participen en futuras elecciones, (estas exclusivamente realizables bajo condiciones realmente libres y soberanas, una vez dejado atrás el régimen existente al presente), sería como que el partido alemán nacionalista de Hitler, junto al de Benito Mussolini en Italia, participaran en elecciones “Limpias y justas” tras la Segunda Guerra Mundial en Europa o peor, en la para entonces recientemente fundada Israel.
¿Por qué ellos jamás lo habrían permitido y nosotros si?
¿Por “buena gente”, o por incautos?

Sé que lo que digo genera diferencias, pero ello no deja ser cierto solo porque se levanten algunos ofendidos a renegar una realidad que les tiene ya desfigurada la cara y nublada la vista, de tanto pegarles de frente; no podemos permitir que la sociedad se reduzca a una pelea entre dos bandos fanáticos, que actúan como gente que estando en un "salón" solo con dos sillas, -una con un clavo rojo y otra con un clavo azul-, se pelean por defender el asiento que escogen para dolorosamente sentarse, mientras critican a los que estando de pie en su mayoría (ustedes y yo), exigemos sillas sin clavos.
Sun Tzu (el antiguo general chino autor de “El Arte de la Guerra”) lo sostenía, y no apreciar sus consecuencias nos trajo a esta debacle: “Ninguna nación se ha beneficiado de mantener una guerra prolongada”
Nos guste o no, Venezuela como la visualizábamos se perdió irremediablemente desde hace muchos años, -a principio de los ochenta concretamente-, tras lo cual Chávez, contrariando la vieja sabiduría del general chino, sumergió al país en una continua y desgastante “guerra” ideológica, económica y social, necesaria para amoldar la nación a su particular visión mesiánica al calor de un cada vez más necesario compromiso anti ético de por medio, y que en esencia, perjudicó a cada venezolano de a pie, desolando toda capacidad de reunir en un solo gobierno, el pragmatismo que un balanceado y socialmente consciente plan de desarrollo nacional requería.
El estado ruinoso de las cosas, y el predominio de un régimen ya abiertamente mafioso y narco-complaciente, con claros visos de simpatía por movimientos y acciones terroristas, no deja más opción que derrocarlo, si se quiere pasar rápido el trago amargo que de otra manera vendría a suponer el “tomarse con una pajilla”, aquel veneno que supondría un “gobierno de emergencia” constituido nada más y nada menos que por “representantes del régimen y de la oposición”, protagonistas TODOS HASTA HOY DIA, del secuestro y destrucción vivida en Venezuela.
Dado el estado mental de los factores de poder en Venezuela, y salvo que ocurra un imprevisto, como el ya mencionado de un movimiento sísmico desastroso, o el coronavirus, o que surja un liderazgo de esos que NO AVISAN NI PIDEN PERMISO PARA ACABAR CON UNA TIRANIA y SUS POTAGONISTAS (así sea para cobrar las recompensas ofrecidas por USA), lo más probable es que primero se vayan ustedes de este mundo, que este régimen dejado en herencia por Chávez, originado en la transmutación bizarra del ya mencionado “dañado” coctel de intereses heredados de la cuarta república.
En medio de la incapacidad social manifiesta para coordinarse y derrocar a un gobierno con la intención de instaurar otro, lo cierto es que Venezuela está harta de encuestas, discursos y propuestas entubadas, que solo convienen a los que las proponen.
 ¿Saben cuál va a ser el líder?: El que derroque a Maduro y a Guaidó sin pedir permiso, únicamente con la intención de retomar el orden constitucional.
Ese es el que va a tener derecho a proponer. Así funciona la humanidad, y así hasta el sol de hoy, hemos demostrado que probablemente ocurra en el país. Cualquier otra opción, será simplemente optar por el camino fácil de la poca exigencia como sociedad, y usualmente ese es el camino más suave, pero penoso, para no llegar a ninguna parte.
Está hora de entender que nos hemos ido quitando la “máscara” de ser exclusivamente gente bonachona y amable; aquella de “pueblo amoroso y abierto”. Los torturadores del régimen no salieron de una caja de “Corn Flakes”; son hombres y mujeres bien venezolanos, que aceptaron el mal recomendado por cubanos y otras nacionalidades, para oprimir y conseguir sus objetivos.
Aceptémoslo: Hay sed de justicia y hambre de libertad, y estas cosas no se “sacian” lanzando flores. La mirada de la gente refleja el resentimiento que años de maltratos y traiciones han acumulado; ese es el detonante de cambios profundos y del momento de reconocer no solo lo positivo en nosotros mismos, sino también aquello que es capaz de destruirnos por haberle dado la espalda a las alarmas contra nuestras propias arrogancias.
Seguir conteniendo eso, solo nos llevará a un punto de inflexión más doloroso que el que ahora enfrentamos.
La línea que dividía la recuperación del camino sin retorno hacia el desmontaje total de lo que ha sido Venezuela, ya se cruzó; por esa razón sostengo desde hace tiempo que el régimen que detenta el poder en Venezuela y la estructura de apoyo opositora creada a su alrededor (en términos de desolación, siembra de desesperanza , número de desaparecidos, presos y asesinados, con tortura institucionalizada), es uno de corte TERRORISTA, y que una de las dos maneras de salir del régimen así calificado es ya con fuerzas externas que coordinen con las “FAN pro-derrocamiento de Maduro” (si es que logran superar el férreo control cubano), el establecimiento de un gobierno de transición formado por una junta de gobierno, un poder judicial, y un poder electoral.
(Una primera “opción” no puede ser nunca despreciada por improbable: la organización y levantamiento de la población, hastiada de esperar).
No podemos esperar más tiempo aguardando por ese “mundillo” de la política venezolana, que envuelve y cautiva a quienes ven en la conveniencia, más virtud que en la propia verdad. No podemos confiar en políticos que ante una declaratoria estadounidense sobre el estatus de régimen narco criminal para el presente en nuestro país, y el ofrecimiento de recompensas por la captura de sus cabecillas, la actual “presidencia encargada” no se alinee frontalmente con lo que se muestra como clara conveniencia estratégica para nuestros intereses de libertad y construcción de una nueva Venezuela; la “2.0”, donde quizás por fin podamos darle forma a la “sexta República” que nos permita crear la base de una “séptima” con la cual poder decir: “lo logramos; hemos dejado algo decente para la próxima generación”.

Recuerden: estamos en un laberinto en esencia moral y su consecuencia es crudísima: el secuestro de la nación a manos de un régimen terrorista y una oposición inoperante y sospechosa, con el triste resultado de que sólo dos cosas unen: la avaricia (de ellos, los del régimen y sus colaboradores), o la sed de justicia (en nosotros), y hasta ahora nos hemos conformado con ignorar esa factor y más bien el aceptar tácitamente el sufrir en medio de la inacción por haber sido incapaces de organizarnos y colocar un ideal por encima de todos los involucrados.
Ya no hay nada más que buscar ni explicar. No hay opciones intermedias, ni político por quién meter la mano en el fuego.
Cierto es que ningún extranjero debe decidir por su propia cuenta una intervención, pero no podemos caer en el cliché de suponer que nosotros solos podremos, y esto lo digo porque no ha manera de que un factor de oposición por si mismo ya sea capaz de desmontar el multimillonario negocio y alcance del control militar sobre la economía venezolana.
No hay manera "por las buenas", con una oposición tan dañada ya; debido a eso debemos triangular el apoyo, con nuestras propias acciones mancomunadas.

Queridos compatriotas de a pie, que sufren en carne propia tanto como nuestras familias: mejor es caer que seguir colgando.

Este régimen insiste en respirar y sobrevivir con todos nosotros secuestrados, y lo seguirá haciendo mientras no nos quitemos de encima toda lacra política que ya al día de hoy, está bien identificada y localizada como factor que posterga nuestra redención a lo que somos: hijas e hijos de una tierra que supo conseguir su libertad en el pasado.

No lo olviden: todo político es CULPABLE hasta que se demuestre que solo es SOSPECHOSO, en este Estado fallido que apenas puede seguir llamándose “Venezuela”, y donde en comparación, Sodoma y Gomorra solo son cuentos para “arrullar niños”.

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