Otra perla del adjudicado presidente venezolano:
“Venezuela tiene que
aprender a vivir con petróleo a 40 y a 45 dólares para dejar de ser un país
rentista”
Nicolás Maduro, 16/06/2016
De la misma manera en
que un delincuente puede en algún momento decir una gran verdad y no por ello
dejar de ser un delincuente, así un presidente en ejercicio puede decir algo
muy cierto y sin embargo, seguir siendo un muy mal presidente, necesario de
sustituir y enjuiciar
Vamos
a aclarar unas cosas:
Aunque ciertamente
Venezuela ha vivido con petróleos más baratos en el pasado (y puede volver a
hacerlo), y le conviene aprender a vivir con racionalidad la administración del
dinero público, la verdad indiscutible es que hoy por hoy es tu gobierno el
que se traga insaciablemente cuanto recurso llegue por la renta petrolera sin
importar el precio de éste, y no el pueblo.
Y de paso: ¿Qué
diferencia hay entre “vivir” de un petróleo a 100$, o a 40$?; ¿No sigue siendo
el mismo rentismo parasitario el que se incita con cada una de las políticas que
tú religiosamente replicas tras la herencia de décadas de mal manejo?; Porque acaso, ¿No ha sido así durante 100 años en Venezuela?
Por
eso digo que el primero aquí que debe dejar de vivir del rentismo petrolero (y hasta del IVA que le “pegas en el pecho” a
cada ciudadano en este país, aunque sea un ciudadano pobre), eres tú
Nicolás Maduro, perfecto ejemplo de incapacidad, descontrol y descoordinación, único
con la inmoralidad necesaria para aún llamarse (con la suficiente dosis de
cinismo que se requiere), Presidente de
Venezuela.
El
único que ha introducido una presión inflacionaria, un sectarismo político y
social, una espiral de desabastecimiento, así como una cada vez peor atención hacia
el ciudadano por parte de todas y cada una de las instituciones y dependencias
del Estado, es precisamente tu gobierno nacido de los errores de Chávez, y no
el mero hecho de que el petróleo en medio de sus fluctuaciones normales, haya
bajado de precio, para luego subir, y con lo que el país se pone
innecesariamente al borde de un caos.
Por
cosas como estas Nicolás, por desfachateces como esas al hablar sin parar ni
pensar, es que no podemos seguir aceptándote como presidente, y exigimos que el
mecanismo institucional del referéndum revocatorio se ejecute, ante la clara
necesidad que tenemos de botarte del cargo y hacerte pasar a la historia como
el primer presidente despedido por malo, mediocre y embustero.
No
hay razón suficiente para seguir postergando el cambio necesario, a menos que
las mayorías sociales aun no estén entendiendo el asunto: Nos hemos vuelto un país
tan ridículo, que ya casi podemos decir que por cada 40 dólares que ingresan
por barril del petróleo al inicio del presente semestre 2016, son 60 dólares los
que gastamos.
¿Qué no es así?; pues sumen a lo que ingresa por venta de petróleo, lo que
también se pide prestado a través de la financiación internacional, además de
lo que logran “ganar” por venta de activos petroleros soberanos en el exterior,
-incluyendo las ventas de deuda de terceros países-, mas lo que le ingresa al
fisco por conceptos de impuestos tan injustos como el mencionado IVA, y verán que
la cantidad gastada es asquerosamente mayor que la suma de todos los “gananciales”
resultantes del “matrimonio” entre Nicolás Maduro y la República.
Y
véanlo de esta manera, (como un matrimonio),
porque es la realidad de una nación cuando las instituciones y las leyes pasan
a un segundo plano, en beneficio de la óptica y las órdenes del que lleva la
presidencia. El país termina sometido a un matrimonio de difícil disolución, más
cuando la población, asume un papel de “pareja sometida”.
Nuestro
problema no pasa por la cantidad de dinero que tengamos, pues pasa más bien por
cuanto decidimos gastar, y a quien le asignamos la responsabilidad de gestionar
dicho gasto. Ese es uno de los grandes paradigmas necesarios de
derribar/transformar, si queremos deslizarnos hacia la “Venezuela 2.0” que
podría permitirnos plantearnos un futuro distinto al cuadro agotado y desolador
que aguarda delante de nosotros de manos de estos que primero radicalizados
hacia la derecha, y luego radicalizados a la izquierda, no saben mantener el
equilibrio de una posición intermedia, sensata, de pensamiento sosegado, y por
cierto, de verdadero y sustentable progreso social.
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