“Que revolución tan fantástica seria esa donde en busca del bienestar de las mayorías, mientras se protege a las minorías, la nación se volcara con fuerza pero sumisión, a hacer cumplir cada palabra de la constitución, enarbolando como única bandera, la sana venezolanidad que los siglos han construido hasta hoy”
Lo hemos dicho ya; sin apego total a la ley, no habrá progreso real. No busquen rescribir ningún libro de vida de la nación; no busquen democracias, socialismos, o mezclas optimistas y hasta románticas de ambas; no pierdan el tiempo en constituyentes (un país no puede estarse “reseteando” a cada rato); no miren por encima del hombro de nadie. No traten de inventar una nueva venezolanidad. No busquen hacer algo nuevo, si no hemos sido capaces de hacer cumplir ni siquiera nuestro ultimo intento serio de constitución. Ni un presidente Chávez, ni aún una docena de ellos, podrá hacer avanzar un milímetro en la dirección correcta a este país, si el colectivo transformado en republica, no se inca de rodillas en el suelo para poner sobre si misma, a las elementales directrices de justicia social y prosperidad que nuestra constitución guarda.
Todo lo demás, absolutamente todo, es inútil. Lamento tener que ser áspero.
No hay más.
Pongamos sobre nosotros las leyes y la moralidad, para convertirnos en los libertadores de nuestro propio colectivo encadenado aún a la mediocridad. Optemos por la conveniencia y la palabra zalamera, y seremos solo unos políticos.
Políticos como los de ahora, civiles o militares, que justo en este momento, siguen planificando y activando sus proyectos particulares de poder. Solo fíjense en los partidos políticos que se niegan a ir con una tarjeta única a elecciones, a sabiendas de que con ello pierden poder; o deténganse a ver como organizaciones “de la sociedad civil”, se convierten “inocentemente” en partidos políticos; claro está, “con el pretexto de poder hacer así más eficiente su trabajo por las comunidades…”
¡Hipócritas!
Es tan falso eso, como esa burda excusa para devaluar que todos los gobiernos usan: “Devaluamos para estimular el aparato productivo nacional”.
Más que hipócritas: ¡políticos!
Si esto último fuera cierto, ¡estaríamos ante una Venezuela hiper-estimulada en su capacidad industrial y tecnológica!; ¡casi seriamos ya una potencia mundial!
Pero no, nada de esto ocurre; metidos de cabeza en la segunda década del siglo 21, seguimos siendo una nación subdesarrollada y subculturizada, con los actores políticos definidos en sus miopes intenciones, donde no cabe la aceptación de sus responsabilidades en los temas de inseguridad, corrupción, inmigración ilegal, invasiones, derroche, pérdida de identidad nacional, negligencia en el manejo de los fondos del estado, y en fin, un eterno etcétera...
El Sr. Presidente ha establecido con claridad su personal visión política, así como su plan de gobierno permanente hasta el infinito. La oposición sigue siendo una mezcla triste e incapaz de gente sin una sinceridad que no suene a despiadado capitalismo, cuarta y quinta republica y a más de lo mismo. Olvídense de que habrá dialogo; de parte y parte, solo hay posibilidad de un aburrido monologo con los demás actuando como invitados de piedra.
Nadie va a dialogar. Eso en nuestro país no existe aún, como no existe tampoco la memoria a largo plazo, por lo que tarde o temprano, al país vuelven los mismos males y sus actores.
Ya les decía hace días que Bolívar, con su honor de por medio, nunca pudo llegar a ser un político, justamente por evitar estos terribles vicios; yo que no lo soy tampoco, me siento como lo que soy: el simple hombre de a pie que lo sigue, mientras veo el descaro que nos rodea y veo como hacen de su espada y pensamiento, un producto mas, en este mismo parapeto político pseudo comercial que hizo de el guerrillero argentino Guevara, ya muerto, una marca patentada que da dinero, cada vez que alguien quiere usar su estampa.
Nuestras únicas herramientas validas de progreso (la voluntad, la disposición al sacrificio por una razón justa, la venezolanidad, la constitución y nuestra fe en Dios), poco a poco se difuminan y hacer más difíciles de reconocer y ejercer, en la misma medida en que tercamente nos centramos en ser egoístas, arrogantes y carentes de humildad.
Sin esperanza de rectificación alguna por parte del Sr. presidente de la republica, me limito, -eso si-, a recomendarle que en lo personal se detenga a evaluar sus propias palabras. Decir a diario cosas como que “su única venganza será el que no volverán a gobernar los de antes”, dejan en evidencia su rabia hacia quienes lo contradicen, y lo alejan a Ud. de aquel espíritu que en un presidente debe hacerlo actuar con el fin de dejarle al siguiente presidente, el terreno alistado para continuar construyendo constitucionalmente los puentes que como comunidad nacional y republicana, deseamos hacia el futuro que visualizamos.
Sigamos rodando descontroladamente hacia el fondo, lubricando con petróleo y poderes públicos parcializados con el presidente de turno y subdesarrollados, nuestra terquedad, mientras los políticos juegan a “los candidatos de juguete”, a “las escondidas políticas”, y a que “eran presidentes de la republica y los demás hacían lo que ellos dijeran”.
Sigamos jugando. Afortunadamente, la infancia no dura para siempre…
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