Llevo varios días meditando sobre nuestro país; estaba tentado a escribir sobre las cosas buenas que el gobierno ha hecho, porque las hay, -y evitar así que me llamaran fatalista-, al mismo tiempo que mencionaba nuevamente las cosas malas que este mismo gobierno ha permitido subsistir hasta nuestros días. Al hacerlo, (la reflexión…), me di cuenta que con un poco de sana discriminación entre los hechos y la fantasía, cualquiera puede acercarse a un chavista y saber lo bueno que se ha hecho, mientras que basta aproximársele a un oposicionista, con la misma herramienta de discriminación preventiva entre la realidad y lo ilusorio, para darnos por enterado de las fallas.
Más difícil resultará siempre, sin embargo, detectar los problemas medulares; de esos, ni uno ni otro bando les hablarán con mucha seriedad; se ocuparán posiblemente más en de lo superficial, quizás en lo reaccionario, como en aquello que estaría “suspendido” en una imaginaría polvareda, pero muy poco o nunca se detendrán a estudiar el origen de dicha tormenta de arena y sus consecuencias a largo plazo.
Esa es en mi opinión, (como quizás lo he mencionado en el pasado), nuestra peor y más constante desgracia; la única que realmente nos hace perder tiempo y recursos, así como vidas y esperanzas. Es como quien dice, “…la tuerca que aprieta el perno” de nuestra miseria de nación subdesarrollada.
Por estas cosas más bien tristes, es que quiero detenerme en la que considero es, una de las principales “tuercas”, o desgracias, que “inspiran” el titulo de esta entrada al blog: La incontrolada inmigración de ciudadanos extranjeros, particularmente de colombianos hacia nuestro permeable territorio.
Iniciemos dejando un punto en claro: No se trata de xenofobia. Los aportes y el trabajo de miles venidos de otras tierras en las últimas décadas es innegable, digno de reconocimiento, y la mayoría ha venido justamente en busca de su superación con trabajo y más trabajo. Que se consiguieran un país retraído, ajeno a su propio orden legal venezolano, con la viveza como antivalor prevaleciente, es otra cosa.
Muy poco se dirá de la responsabilidad que cada nivel de gobierno tiene en esto, desde alcaldías hasta el gobierno centralista; la patética escases de políticas que buscan exaltar la venezolanidad, poco a poco han ido pasando factura. La inexistencia de planes de estimulo, de campañas permanentes de refuerzo de los valores ciudadanos y venezolanos, brillan por su ausencia. En definitiva, ningún gobierno desde Pérez Jiménez hasta el de Hugo Chávez, puede esquivar su cuota de negligencia y desatino en el manejo de este asunto elemental.
Y ojalá se tratara solo de esto; el asunto es como imaginarán, más profundo y pese a ser los extranjeros la parte visible del problema, somos los venezolanos, los causantes del mismo.
Si, como lo están leyendo; los venezolanos somos responsables; desde los venezolanos que detentan o han detentado cargos de gobierno, hasta los más humildes, como los que andamos a pie. Estoy seguro que a ustedes esta situación les ha causado incomodidad; esto también tiene mucho que ver con la creencia popular de que somos un pueblo abierto y solidario, o como dicen ahora, que somos hermanos latinoamericanos, unidos por la historia y el socialismo o cualquier otra cosa; afirmaciones populares como esas vienen a ser parte del problema medular por el que no llegamos a llenar con nuestra existencia, esa palabra con la que nos definimos: venezolanos.
Les adelantaba algo de este fenómeno hace un tiempo; a nuestro país no vienen, pese a las buenas intenciones que traigan, en general la mayoría, -insisto-, vienen muchos extranjeros no precisamente a hacerse uno con nosotros, ni mucho menos a dar un salto consciente y claro, definido con fuerza y sin dudas, a un modelo de sociedad con leyes y normas claras de venezolanidad. A veces ni siquiera es cuestión de mala intención, sino de simple sencillez, humildad, producto de la escasa educación formal y atención de parte de sus respectivos gobiernos de orígenes. En esos términos, Los millones de emigrantes y desplazados colombianos, son como ladrillos con los que se construye día con día, el inmenso monumento al fracaso que acusa con razón al gobierno de Colombia, y desde donde es posible ver toda la miseria que alrededor de sus ciudades estilo “europeo”, crece sin cesar.
Esto último no es razón para sentirnos mejor; la única diferencia entre su miseria y la nuestra, es que aquí en Venezuela no hay guerrilla, ni un conflicto armado que nos desgarre de continuo.
Otra cosa en la que tenemos que estas claros:
Somos el país mas desdibujado en términos de identidad nacional, en Latinoamérica.
Pese a nuestros diferentes niveles de “nacionalismo” y de “defensa de lo nuestro” de región a región dentro del país, les digo que en general, no hay nación en esta América, donde sea más fácil entrar y permanecer sin mayor problema; no existe otra nación donde sea tan sencillo y accesible conseguir la nacionalidad o el documento legal de la misma, y donde sea más fácil imponer, -por acción simple y natural ante la ausencia de la propia-, la cultura y costumbres que se traen de otras naciones.
Con vergüenza reconozco ante el mundo, que eso ocurre en Venezuela. Regiones fronterizas, particularmente las de occidente, -con el caso emblemático constituido por el estado Zulia, son las más afectadas, pudiéndose sentir en algunas de sus zonas comerciales, y en la inmensidad de sus zonas de pobreza, constituida por cientos de barriadas con casi ninguna ley, que el balance entre población autóctona y población extranjera colombiana, podría estar acercándose al 50 %. Eso en una nación con menos de 30 millones de habitantes, de los cuales quizás 4 o 5 millones sean de procedencia colombiana, casi que decreta el desdibujado de la venezolanidad, aunado a la tendencia sociopolítica, proclive a la internacionalización del modelo de prosperidad que el actual gobierno mantiene.
Unido a esto, está la cedulación masiva de dichos ciudadanos colombianos en territorio venezolano, y la corriente permanente de migración que seguramente no se detendrá.
Quiero detenerme en el estado Zulia, porque lo considero el primero que de seguir así, caerá como entidad de la venezolanidad.
Ir por sus calles, barrios y urbanizaciones, es oportunidad para descubrir rápidamente como el acento colombiano predomina en muchas partes; la música colombiana de la costa, lidera sin ningún tipo de dudas, dejando a los ritmos autóctonos, como la gaita, reducidos y minimizados a pequeños bastiones como la de los meses navideños. De resto, ballenato.
La existencia en la región Guajira, cuyo control comparte por fronteras Colombia y Venezuela, de la mayor etnia indígena del país, más comúnmente llamada guajira, cuya historia de maltrato y abandono por parte de las autoridades de ambos países, ha hecho que se aferren a su propia identidad como cultura, ha logrado disminuir aun más la ya de por si maltrecha venezolanidad en la zona, y su principal identidad regional: la zuliana.
No insistan por favor en ver las partes; contemplen el conjunto de la situación, y verán el grave problema de deterioro moral que tenemos encima. Nuestra debilidad conceptual amenaza de continuo nuestra integridad como nación, y la negación de las nociones irreductibles de constitucionalidad, legalidad, ética, y nacionalismo, han permitido sin vacilación, la entrada de nuevos actores a la dinámica nacional, actores que sin quererlo, fueron invitados, y de los que solo su propia debilidad, como migrantes generalmente de los estratos sociales colombianos más bajos y menos atendidos por sus respectivos gobiernos como decíamos, han hecho más lento el proceso de “desvenezolanizacion”
Vean el total de los eventos, el total de las situaciones, y el total de los procesos políticos, económicos y sociales que se están dando desde las últimas décadas y hasta la actualidad. Sé que no es fácil, pero insisto, véanlos.
Las distintas secuencias de eventos políticos, y los movimientos sociales que poco a poco van surgiendo en nuestro país, están siendo el caldo de cultivo de nuevas corrientes de interpretación de los fenómenos políticos, y en ellos, la disímil mezcla de población autóctona, y población migrante en las condiciones que hemos mencionado ya, producirán resultados que si no son guiados con certeza, resumirán en una población más neutra en su venezolanidad, atenta mas a la mística del socialismo internacional que a otra cosa. Considero con humildad, que los hechos ya demuestran en términos de colombianos y otras nacionalidades cedulados como venezolanos, que la capacidad de definir a un presidente en Venezuela, ya puede depender de ellos, y no de nosotros. Únicamente la distribución equitativa entre oposicionismo y oficialismo de esta inmensa población extranjera cedulada, cancelaria el efecto decisorio que poseen. El presidente de la republica se equivocó de banda a banda con esta apertura a la cedulación indiscriminada, y seriamente le digo que deberá asumir la consecuencia de esto. (Autocensura).
Una cubanización que sería más administrativa que real en el terreno, es infinitamente menos relevante que la colombianización a la que la vieja y orgullosa, pero débil venezolanidad, está siendo sometida casi de manera fortuita, ante nuestra mirada perdida en el horizonte.
Les comentaba que no se trata de xenofobia, porque el asunto no es empezar a sacar extranjeros de nuestro territorio, como si esa medida de prepotencia de nuestra parte fuera a hacer borrón y cuenta nueva. Aunque esa es una opción para con los indocumentados más extremos y problemáticos, no es la solución. No es tan simple el asunto, como imaginaran.
Seguramente algunos pensarán que la actual escases de viviendas se resolvería sacando a los indocumentados y a la minoría de ellos que delinque, o que la mitad de las invasiones en el país son para darle casa a estos; otros podrían afirmar que habría más trabajo si los ilegales y parias fueran repatriados. Los que menos, no dudarán en afirmar que de ellos es la culpa de nuestros males, pero debo decir que no es cierto; por lo menos esto último. Ni a colombianos ni a estadounidenses, por no mencionar a los cubanos, pueden ser blanco de nuestras rabietas y malacrianzas, a la hora de precisar responsables. Nuestros problemas siguen siendo nuestros, porque no hemos sido capaces de resolverlos, al no haberlo ni siquiera enfrentado.
Pretendemos ser modelos de buena apariencia al proceder y andar, con el último gadget tecnológico encima, mientras que con esos caros vestidos y perfumes, ocultamos la carne muerta de nuestras llagas ignorantes.
Espero no estar sorprendiendo a nadie con mis afirmaciones. Desde el principio este blog ha querido ser la versión de la realidad que vive un venezolano de a pie; esa realidad que lejos esta de los venezolanos convertidos en políticos, sean civiles o militares. El asunto de cómo la desculturización del venezolano está dando al traste con su venezolanidad, mientras esta es sustituida por la fusión de otras culturas a una velocidad imprudente, no es cuestión de risas y postergamientos. No se trata de desmentir estas cosas y seguir el relajo. Se trata de decidir y actuar. Si lo que queremos como mayoría (sin contar a los mismos extranjeros) es seguir el camino que andamos hasta hoy, pues que así sea, pero necesito que me avisen, para poder escribir el epitafio de la Venezuela que amé, antes de irme con ella.