Cómo sociedad, no hayamos donde meternos...
Con la
misma rudeza con la que el régimen ya desnudo y sin pudor se ha elevado a la cúspide
de su pedestal de abuso e inmoralidad, la sociedad venezolana se ha
lanzado al suelo a vivir la resaca que deja la certeza de saber otra
oportunidad perdida.
El país
se antoja para el ojo del que la ve desde lejos, como un archipiélago de pequeños
intereses totalmente expuesto a los elementos del "clima" oceánico
donde trata de sobrevivir, en medio de una enorme extensión de inconsistencias
y desatinos que parecieran marcar a todo ser que habita estas tierras,
incapaces hasta el sol de hoy, de aglutinarse entorno a una sola idea, aunque
esa fuera para luchar por ser libres.
La "nada"
en la que nos empeñamos en flotar, como si en realidad de un lento pero
profundo latir se tratara, vuelve a resonar en toda la geografía de la nación,
mientras los dolientes de todos aquellos caídos en las pasadas semanas, entierran los cuerpos de quienes claramente son desmerecidos por la nación donde
derramada quedó la sangre, y tras lo cual solo ha quedado la arrogancia de
aquellos que auguraban el "ahora sí"
del fin de un proceso político al cual nunca supieron dibujarle un sustituto que no se
pareciera demasiado al propio pasado del que venimos, y frente a lo cual no hay
posibilidad de evocar la visión de un mañana mejor.
Por esto
es que en la Venezuela de hoy, no hay nada en movimiento, salvo los cadáveres de una
revolución y una oposición que ruedan cuesta abajo en la historia.
Ante
nosotros y en la distancia, permanece una MUD patéticamente arrasada por
sus propio actuar, en tanto el PSUV se muestra a sí mismo como si de una vieja piel
disecada se tratara, que colgada en una pared, solo es removida ocasionalmente
cuando la necesidad de hacer algún ritual pagano lo requiera. Esa oposición resulta que yace en
el suelo inmóvil, ante la estampida que sus propios miembros protagonizaron nada más
escuchar la engañosa invitación a participar en unas elecciones regionales
inconcebibles en cualquier marco ético imaginable, como si de gallinas
hambrientas se trataran, ante la mano que premeditadamente ahora les arroja
maíz para que en su frenesí de hambre y desespero, se picoteen entre ellas...
El silencio cómplice y sepulcral se hizo dueño del panorama politico venezolano, y al clamor de "mejor
eso que nada" todos acuden al antes repudiado CNE a "formalizar" sus candidaturas, con lo que parecieran querer arrollar ahora cualquier pensamiento
que pretendiera obrar en dirección al consenso nacional y a la sindéresis, lo
que nos alejaría de toda salida extrema que se antoja para los más impacientes,
como la "única" opción existente frente a la dictadura y su ANC títere
que ahora gobierna al país.
La "implosión" a
lo interno de una oposición que ya languidecía en su inoperancia frente al
llamado a la honestidad que hacía el país, y que fue “detonada” por quien
pareciera ser el arma secreta de Nicolás Maduro dentro de la
MUD, (Ramos Allup), terminó por derrumbar lo que podía quedar de
esperanza por parte de algunos inocentes, hacia el viejo sistema, presentando ante nosotros el vacío
que amenaza ahora con gobernar la escena, más allá de la negligencia y profunda
mediocridad de Nicolás Maduro y su entorno de patanes y rufianes.
"Y
cuando todo pareciera perdido, cuando se llega finalmente al fondo, donde la
rodilla lacerada por los impactos de tanto desatino toca el suelo frio, la
sociedad misma se ve obligada a comenzar el prolongado esfuerzo de levantar la
mirada, buscando la certeza de los distinto, de lo novedoso, y por cierto, de
lo ético"
Las
acciones militares, paramilitares, cívico-militares
y de cualquier otra marca conspirativa, parecen agotadas debido a su uso abusivo y extensivo en el trascurso de la historia del país; invasiones y
bloqueos por igual lucen también inadecuados e inoportunos, cuando lo que se mantiene
inmaculado sobre todos nosotros, es la nunca usada conciliación
de las mayorías, dispuestas a ceder el protagonismo propio ante lo que debe ser
una idea superior a todos nosotros, (y solo con Dios sobre ella):
El apego irrestricto a la palabra que escribimos en la Constitución.
Nunca un preámbulo
constitucional fue tan despreciado y sin embargo, nunca tan necesario para
abrir la puerta a la verdadera oportunidad.
Nunca antes habíamos estado tan
cerca de la verdadera aparición de un sentimiento genuinamente nacional,
humano, e invariablemente atado a lo justo y a lo moral, capaz de
saciar el hambre y la sed de toda una sociedad.
Es la
desnudez el estado final previo al cambio; es el momento donde nada se puede
ocultar, ni nadie puede decir mentiras sin escupirse a sí mismo en el proceso.
La “Venezuela en las nubes” de Chávez cae
porque nunca la idea de un solo hombre, ha podido ser impuesta a la fuerza a
los demás a través de un gobierno hecho Estado y voluntad autoritaria, como
tampoco podría sobrevivir por mucho tiempo más una nación en esa extraña tierra opositora
llama "Allup-landia", hambrienta y delirante por el poder,
donde los errores del pasado, se convertirían en el presente, en lapida del
futuro.
Es por
eso que el preámbulo constitucional se erige tan necesario en el imaginario
colectivo, como sostén creíble de conceptos que si pueden ser asimilados por
todos sin resquemor ni suspicacias: Justicia, Transparencia, Protección
del desvalido; Educación gratuita y planificada, Ética laboral, Castigo al
infractor, Honor al merito, Trabajo para todos, Inclusión,
Participación social, y Salud
El
sufrimiento vivido hasta hoy por todos, de la mano de la indefensión que
sentimos frente a un aparato gubernamental represor y sádico, fruto de la
impunidad que reina sin pudor, no puede quedar sin castigo para siempre, y los
que han muerto no pueden pasar bajo la mesa de la historia sin que gobierno y oposición cómplice paguen en justa ley por cada gota de sangre y por cada
lagrima derramada en las calles, en los hospitales, o en las colas donde la dignidad se queda perdida.
Esta monstruosidad
que nos agobia, fruto de una sociedad laxa frente a sus gobernantes que como
maridos infieles fornican en orgias de clubes elitescos levantados con dólares
a 10 Bolívares, no puede coexistir con los valores morales y éticos que les
enseñamos a nuestros a nuestros hijos.
Tendrá que llegar el día del sacrificio
supremo, pero eso solo será cuando la recompensa por esa acción esté aunque sea
mínimamente garantizada por el obrar correcto de una sociedad toda que aún
parece no descubrir su predicamento: Su incapacidad para lograr un consenso
nacional espontaneo, que luego pueda ser mantenido en el tiempo mediante el
surgimiento de un gobierno de unidad nacional, ético, bolivariano y temeroso de
Dios.
Con mucho
respeto por los compatriotas caídos, (y en honor a ellos también), debemos ahora tener confianza en nuestra
capacidad aun no practicada de superarnos a nosotros mismos y triunfar donde
las generaciones anteriores, no pudieron. Esa es la esencia de la evolución humana;
la certeza de poder.