Este es un país usufructuado, y
los verdaderos dueños se están hartando del trato injusto.
Habían opciones más democráticas,
y también opciones menos democráticas, pero se ha dado lo que vivimos por la
calle del medio de la sinvergüencería y a la vista de todos, como la resultante
de una profunda y nefasta mezcla entre lo civil y lo militar, con los bienes de
la nación como adhesivo, en medio de lo que visto desde afuera, se antoja como
una orgía de deprave moral y fornicación constitucional.
Que los que gobiernan en
Venezuela se quiten ahora la careta solo porque ya se sienten cómodos dentro de
capas tras capas de protección creada por años de tecnicismos pseudo-legales,
teorías revolucionarias acomodaticias y justificaciones épicas, no significan
necesariamente que sea porque se les cae alguna parte de la estructura de poder que han
levantado, como tampoco es porque se esté haciendo más visible lo que estaba a la vista en
realidad desde hace más de diez años: una dictadura informal, que no
necesitaba ni siquiera “formalizarse” para hacerse con el poder, pues ya lo tenían,
y ante eso, los que estamos vivos aquí en la Venezuela del presente, nos toca
comenzar a experimentar, -ya por fin con las mayorías cada vez más conscientes
de que ello ocurre-, el sabor agrio de la dictadura de los que hoy nos dominan.
¿O acaso, no nos tienen “dominados”?
(como sociedad nacional).
La riqueza distribuida a las
masas hambrientas de paternidad, definitivamente consolidó el poder, y no
porque cegara a las masas con esa riqueza (pues ciegas están en realidad desde
que nacieron en cuanto a la definición republicana; ceguera levantada por cierto, como monumento al fracaso cuartorepublicano),
sino porque hizo sentir cómodos a millones de almas que siendo venezolanos o no,
terminaron adquiriéndose a la membrecía revolucionaria con gusto.
Venezuela no solo ha rodado
cuesta abajo cayendo desde las altura de lo moral y de lo ético; también ha
terminando cayendo en el fango de lo pesetero, poniéndole precio a todo, y
viviendo a través de esa valoración materialista de las cosas, que ya no acepta
trámite alguno en ningún tipo de gestión, sin que haya dinero de por medio,
aunque se tratase en principio de un asunto gratuito.
Aquí, como en cualquier país y tiempo humano, nunca se repartió poder:
solo se creó la ilusión de ello a través de la distribución no auditada pero siempre
bien direccionada en términos de beneficios políticos para los gobernantes, de
las riquezas del Estado (con infinidad de “peajes” y cobro de favores de por
medio), y eso fue suficiente sin embargo, para hacer sentir a gusto a millones
de seres. Tantos de ellos fueron seducidos en Venezuela, que en realidad
resultaron suficientes para permitir la llegada al poder de aquel que siendo conocido
por todos como incapaz y zalamero en extremo (Nicolás Maduro), bastó el haber sido ungido por el líder
mesiánico al calor del delirio de su enfermedad terminal, para que se lanzaran a sus brazos, con el deseo casi secreto pero por todos
anhelado, de seguir disfrutando de todo cuanto se les obsequiaba en la revolución
bonita.
Hoy, cuando postergan hasta quién
sabe cuándo las elecciones regionales, o cuando suspenden el referéndum revocatorio ya de por
si herido de muerte para el 2016, (en espera quizás de un 2017 que a su vez les
permita redistribuir a lo interno del PSUV y de las Fuerzas Armadas el poder
una vez que Maduro fuera revocado), o incluso cuando se prohíbe la salida del país y
se persigue a ciertos personajes de la chiripero oposicionista (sea en la calle o en la Asamblea Nacional,
con los colectivos comandados por los mismos personajes de siempre), resulta
que impresionante que a pesar de ello, las cosas parecieran seguir inmersas en
un absurdo juego que solo pareciera ratificar el reinando de la confusión
entre las masas, mientras mantienen/retienen las riquezas bajo el control de
las minorías que gobiernan o co-gobiernan (empresarios
aliados, testaferros, factores político-económicos externos, entre otros).
El gobierno ha sabido llevar con
premeditación y manejo psicológico, el uso de técnicas distractoras, (como aquella de tirar dos “piedras”,
para ocultar su verdadera intención, pues solo un instante después recogen una
de ellas y hacen creer a quien caiga en su juego, que se ha rectificado en el
proceder gubernamental, logrando al final siempre, con la “pedrada inicial bien colocada”, su discreto propósito de control y mantenimiento en el poder
a expensas de los engañados). Es en parte por eso que entre los diez
personeros más importantes del país en el gobierno, han dicho suficientes
afrentas a la República y a sus ciudadanos al lanzar públicamente esas
“piedras”, como para haberles detenido y enjuiciado por lo menos una decena de
veces a cada uno, y sin embargo, la “nada” sigue operando impunemente, como
prueba del efectivo alcance hasta ahora conseguido por sus singulares técnicas de
gobierno utilizadas.
Y no se escapa de esto la
oposición, sean que estén presos, en “casa por cárcel”, en la Asamblea
Nacional, en Gobernaciones o Alcaldías. TODOS SON CULPABLES de algún modo, por
dilatar la toma de medidas estrictamente legales, pero en profundo concierto
con el espíritu constitucional (que es
social), de nuestra carta magna. Pilatos
no puede señalar de inmoral a Judas, porque al final todos ellos son igualmente
responsables de cometer injusticias; al menos tanto como la misma turba de “pueblo soberano” que eligió a Barrabas,
en vez de al Jesucristo de la Palestina del siglo uno.
Si se preguntan por qué una caminata
de mujeres en Caracas, dirigida por María Corina Machado no tiene más efecto
que el de perder calorías al calor del cielo caraqueño, es porque aun no existe la “masa crítica de sociedad” orientada hacia una misma idea, y
eso ocurre porque la oposición y el chavismo
no han sabido resistirse a la tentación de pasarle por encima cada vez que se
requiera, al espíritu de la constitución, a favor del poder puro, como medio de
estatus y riqueza personal.
Las caminatas que no van a ninguna parte, solo desgastan.
Por no haber mostrado ninguno de
ellos precisamente la capacidad para poner
sobre sí mismo y sin condiciones a la constitución, es que las cosas pasan como
vemos y padecemos. Le pasa lo mismo a cualquier país, (incluyendo a EEUU), en cuanto la “dictadura de la constitución y la
ley” son dejadas de ser leída con ojos de consenso social, siendo entonces
tergiversada y adaptada su interpretación al capricho del interés de pocos, que
no dudan en usufructuar el bien común.
No hemos entendido que realmente
vamos a “vivir y disfrutar” cuando veamos que la constitución y las leyes se cumplen;
nos “regocijaremos” seguramente al contemplar cómo lo injusto es castigado, y
sus víctimas resarcidas en sus pérdidas de alguna manera. Nacerá de inmediato
la esperanza, y con ella la resolución a pasar por sacrificios, no ya para
aguantar y sobrevivir por nuestros hijos, sino para construir precisamente para
ellos, un país a imagen de nuestros sueños, pero abierto a la mejora y a la
incorporación de los propios sueños de nuestras generaciones de relevo, porque estaríamos
entonces ante la letra del espíritu nacional (la de la constitución que hayamos
aprobado) cumpliéndose a cabalidad, dando origen a la semilla del árbol
frondoso nacional donde todos conseguiríamos cobijo, alimento y buena semilla
para el futuro.
No insistan queridos compatriotas
en ser opositores o chavistas
a ultranza; olvídense de aquello que no dé pie a la concordia; suelten las
amarras que los atan a los pensamientos de un solo hombre en un bando o en otro;
es necesario que se arrojen por la borda las arrogancias, pues debemos recordar
en todo momento que únicamente los radicales están o bien sedientos de llegar al dominio del poder, o bien fanáticos por retenerlo, o bien, resentidos por no haber alcanzado jamás
dicho poder. A eso se resume la miseria humana: A los tres conjugaciones del
poder: pasado, presente o futuro.
No se sorprendan por lo que
ocurre; más bien céntrense en qué
soluciones quieren para las cosas, porque son esas las que tenemos que
exclamar a viva voz para que los que se pretendan convertir en voceros y
articuladores políticos de la voluntad popular (la verdadera voluntad: la de
todos), llegue a materializarse en un plazo razonable de tiempo,
cuidándose de que esas soluciones sean de provecho para cada uno, al menos en lo que se refiere a la
oportunidad igual para todos. Lo demás, lo iremos canalizando con el
profundo sentido de justicia social y cero viveza que anhelamos contemplar con cada
amanecer en esta bella tierra.
No permitan que la situación los
haga desfallecer; estos son tiempos en que hasta a Dios algunos pueden poner en
duda, pero como les he dicho en el pasado: ¿No
es acaso en los momentos de tribulación donde los verdaderos valores de los que
estamos hechos, se ponen a prueba?
Maduro y sus cómplices, esos que
no dudaron en dejar de ejercer la constitución en su letra y espíritu, viven un
tiempo prestado. La tragedia llegó a Venezuela porque su gente no supo
empoderarse de la ley, y solo ahora que cada uno está sufriendo las
consecuencias, es que la larga cadena de eventos que harán dejar atrás a la
quinta república, ha acelerado su movimiento.
Tengan Fe; tengan buenas ideas y manifiéstenlas.
No les dejen a los demás el trabajo de pensar y vivir por ustedes.