No
lo duden: Este país en uno de minorías.
Mientras
la nación toda sigue rodando cuesta debajo a punta de las patadas de Maduro y
su oposición (El como representante
de cuanta cosa mala se ha hecho en el país desde el 99, y la oposición como imagen de los que han permitido con sus torpezas
y omisiones que esto transcurra incólume durante 17 años en manos de
Chavez/Maduro), no puedo dejar de ver como tan pocos deciden por tantos…
Y
es que contra todo pronóstico, en la Venezuela donde siempre se habla del “pueblo”
como único dueño del poder soberano, lo
patéticamente cierto es que en realidad esta masa de gente que se ha quedado
por voluntad propia sin capacidad real de alterar el rumbo del país más allá del
escueto mecanismo electoral que el gobierno y CNE dispongan, está cruzado como “pueblo”,
y desde todas direcciones, por una cantidad inaudita de minorías que controlan,
articulan y gestionan hipócritamente toda decisión que aquí se toma, a espalda
de quienes son las mayorías.
Podría
comenzar a hablar de esos grupúsculos desde el siempre rocambolesco ángulo de
lo político, habida cuenta que la situación que atraviesa el país, flotando en
su limbo autodestructivo, (seco y de
escasa electricidad, alimentos y medicinas), siempre manteniendo su fútil esfuerzo
por flotar en esa especie de fenómeno etéreo creado a partir de la impresionante
e innecesaria colisión entre corrupción y
dinero, (como si del impacto entre partículas y antipartículas en el reino
de la física subatómica se tratara, dando origen a un entorno extraño, lleno de
nuevas expresiones de “energías” y “materia” nunca vistas).
Al
final, esta “nada” etérea que se antoja como inútil esfuerzo frente al gran
círculo por el cual estamos deambulando, (siempre para terminar llegando al
mismo punto muerto y coyuntural de donde partimos), en hasta hoy, una
inutilidad hecha hombre y funcionario en la carne de Nicolás Maduro, (del cual ni
se conoce a ciencia cierta su nacionalidad originaria, aunque ello parece que importe
ya).
Si
algo estamos demostrado como sociedad, es que conocer la verdad no nos hace
libres.
El
acto simple pero contundente de hacernos la pregunta sobre ¿Qué debemos hacer como sociedad?,
sencillamente no llega.
No
hay siquiera algún resplandor en la distancia que indique que ello puede
ocurrir; (No: ni siquiera la perspectiva
de un Referéndum Revocatorio). No hay nada, salvo la esperanza de que
llegado al final, (y derramada quién sabe cuánta sudor y lagrimas), la locura
de paso a la sensatez, como la tormenta destructiva da paso al cielo soleado.
Solo hay a nuestro alrededor, “la nada”
política, “la nada” económica, “la nada” militar, “la nada” educativa, “la nada”
laboral, y “la nada” contrabandista/bachaquera;
hasta la impunidad se ha vuelto un territorio de “la nada”,
como si fuese algo sin sentido, algo que difícilmente podría contrastarse con
algo que pareciera justicia.
No
demos más rodeos al asunto: En Venezuela gobiernan las minorías: La de la cúpula
del PSUV, que se hicieron para sí de los huesos del otrora caudillo que
enamoraba a todos a lomo de petróleo a 100$; la minoría del TSJ, la del
mando militar, la de la cúpula empresarial, tanto
oficialista, como opositora (y también la que tira para ambos lados
discretamente); la de las iglesias, y la de los
sindicatos en cada empresa donde sobrevivieron y triunfaron sobre los
intentos de crear el control obrero; la minoría encumbrada en el petróleo a
través de PDVSA y otras empresas petroleras creadas ex profeso para
darle poder reforzado incluso a la “minoría” del mando militar, sin olvidar la
otra minoría que copula sobre los minerales. La minoría que
controla las mafias del contrabando, y del bachaqueo; la minoría que
reparte y comparte los dólares preferenciales, sin olvidar a propósito, la minoría
sentada en el gobierno de Cuba. La minoría que desde China
presta dinero, y la de los chulos que en el Caribe y en América
gozan de lo ajeno sin repartirlo con sus pueblos. No nos olvidemos de las
minorías que controlan los medios, ni de la que administra
al CNE.
Incluso la actual “minoría” en la Asamblea nacional, que irónicamente
antes se asociaba con “mayorías”, y que en realidad nunca dejó de ser la
pequeña cofradía de donde emanaban las acciones para concretar los deseos de
las otras minorías, todas juntas y en orgia, disfrutando del poder.
Incluso,
entre las víctimas de esta gran tragedia general no puedo dejar de mencionar con
cierta ironía a la que finalmente sería la minoría que se aglutina como ciudad
por derecho propio, constituyéndose en la denominada “gran minoría”: La gran Caracas;
esa a la que no le cortan el servicio eléctrico de manera programada como al
resto del país. La Caracas que aún siendo revolucionaria hasta hace poco, se ve
a sí misma como la entrada de Venezuela, aceptando que al resto de todo el
territorio nacional se le denomine aún con el epíteto de “interior”.
Recuerden
esto: las minorías mandan, porque la mayoría que conforma la verdadera sociedad
(que como plastilina vieja de niño que ha mezclado todos los colores que
originalmente tenia), ahora da para moldearla para lo que se quiera, y lo mismo
ha pasado con la interpretación de los principios como valores de vida en
nuestro país: Por eso es que las interpretaciones
legales de las cosas, y de los instrumentos incluso creados y refrendados en
procesos propios concernientes a la soberanía del pueblo, se han vuelto más
importantes que los principios morales y éticos que les precedieron y guían, abriendo
con ello el compás para que miles de injusticias ocurran unas tras otras sin
cesar, con lo que por cierto, lejos de aliviarse la presión social, lo que
se hace es aumentarla, retroalimentando y reforzando los controles que la misma
“interpretación estricta de la legalidad”
(a través del establishment político
instaurado por Chávez), posibilita hacia sus conciudadanos, en un ciclo
sádico donde todos por estar en el mismo país, (y hasta en el mismo planeta),
perdemos.
Si
no fuera así, ¿Por qué creen que medidas
tan injustas como la de sacarle el servicio eléctrico por 4 horas a todo el
país, -menos a Caracas y a un par de sitios más-, no genera en estos últimos
una “corriente de solidaridad” que debidamente expresada, obligue al gobierno a
sacárselo a todos por igual, resultando ello quizás en una media
aritmética de menor cantidad de horas para todos?
Es
simple la respuesta: El individualismo, (y
la falsa sensación de beneficio neto que ello genera en cada persona que la
practica), nos está matando, y a nuestros “demonios y vampiros” criollos, enriqueciéndolos.
Seguimos
dándonos de golpes entre las paredes del socialismo y el capitalismo, creyendo
que ellos son todos los modos de concebir la administración social en la vida,
y manteniéndonos con ello entonces incapaces de accionar en un sentido
distinto, capaz por cierto de darnos identidad y sentido de dirección como nación.
Así,
viendo todo en realidad bajo ese soterrado ángulo, -el del empoderamiento de
las minorías como controladores del resto mayoritario de la sociedad de un país
y todo lo que hay en él-, era en todo sentido, evidencia inevitable de observar
antes del colapso en el marco muy amplio del ciclo de las sociedades.
No
se extrañen por las manifestaciones violentas de estos tiempos; no
necesariamente por ser posibles de interpretar en términos bíblicos, sino
porque son señales inequívocas de que la olla donde se cuece la sociedad
venezolana, está por rebosarse.
No dejen de ver los arboles, por contemplar solo el bosque...