Realidad venezolana I: Estancamiento
económico
Lo más duro de esto que escribo hoy,
es el ver que en pocas palabras se pueda resumir lo que nos esta pasando.
Mientras más se controlen los
precios, sin corregir los grandes vicios económicos, en mayor medida seguirá Venezuela
convirtiéndose en la “vitrina de compras” para los países vecinos.
¿Era necesario llegar a este estado de las cosas?
Creo que no. No había necesidad de
tener esta inflación, ni mucho menos esta devaluación desordenada y sin sentido
en un país que ha tenido 16 años de gobierno monótono y autocrático.
La realidad acumulada hasta hoy, es
cruda: Cada vez que llegan barcos a nuestros puertos, contentivos todos ellos de
toneladas de alimentos o insumos del más variado origen y propósito, (cosas que no somos capaces de producir por nuestra
cuenta en un país que lo ha tenido todo en teoría para hacerlo), ya no nos es
posible negar que lo que hacemos al seguir adquiriendo en el exterior, con las políticas
económicas existentes, es darle extensión, -una
y otra vez, con cada barco que llega-, a los miles y miles de trabajadores
informales que en el país se dedican al contrabando de extracción de esas cosas
que recién llegan. Misma situación ocurre con la gasolina y derivados del petróleo
que a duras penas producimos.
Con cada ley que regula precios
artificialmente, al tiempo que navegamos en pantanosos terrenos de corrupción y
tráfico de influencias de todo tipo y por cualquier motivo, no hacemos más que
abaratar las cosas artificialmente para que la tentación de “reexportarlo” por
las vías del contrabando, sea irresistible ante la enorme y fácil ganancia
producida.
No ha habido y no habrá manera de
cambiar las cosas si no cambiamos la forma de hacer política; no hay manera en
que las dos caras de la misma moneda política con la que hemos convivido por
todos estos años (oficialismo chavista y oposicionismo enquistado), logren
pasar al país y a todos los que vivimos aquí, al siguiente nivel de desarrollo.
La única solución al presente, pasa necesariamente
por la sinceración de los precios de todos los productos, condicionado esto a
que se asuman simultáneamente políticas claras y verificables en el tiempo, de
claridad jurídica, estabilidad de la moneda y control sobre la inflación (de
resto, sincerar precios sería también en si una medida inútil). El problema es
que a parte de parecer esto una meta inalcanzable ante la realidad que vivimos,
lo cierto es que mientras no caiga el hacha
de la justicia sobre todos y cada uno de los culpables (incluido el presidente
y su gabinete que deben renunciar y ser juzgados por tribunales justos que
demuestren la inocencia o culpabilidad de los señalados), sencillamente nada
cambiará y la debacle seguirá tomando forma, pese a los elevados (pero
desperdiciados en todo sentido), presupuestos generados por los precios del
petróleo.
Realidad venezolana II: Situación política;
origen y desarrollo en progreso.
Venezuela se ha convertido en un país
de interesados. Todos apoyan al gobierno, a condición de tener algún beneficio;
becas por nada a cambio, casas gratis cuya única condición para obtenerla
muchas veces fue solo el crear una comuna fantasma, o el invadir un terreno;
vender petróleo con subsidios que pagamos nosotros mismos, a los países vecinos
que han aprendido en la zalamería, a chupar como sanguijuelas de los recursos venezolanos
mansamente dispuestos a tal fin, mientras que miles de kilómetros cuadrados de
territorio se pierden sin que absolutamente nada cambie, son signos de el más
puro y egoísta interés que en realidad, ha movido a Venezuela en los últimos 20
a 25 años para obtener esta depauperado cuadro actual.
Lo hemos conversado desde hace tiempo:
No debemos culpar a Chávez, mas de lo que culparíamos a Pérez, o Lusinchi, (más
al considerar que están ya muertos, y que en vida, llegaron al poder por la vía
electoral en la mayoría de los casos); La coyuntura política que comenzaba a
vivir el país, habría propiciado la aparición de cualquier “Chávez”, “González”,
“Morillo”, o quien sabe que apellido, pero que igual, habrían llevado a la nación
a esta situación, donde nuestra carencia de compromiso hacia el cumplimento de
la constitución y sus leyes, ha sido el
denominador común. No queremos comprender que las mismas fuerzas que pusieron a
mover cuesta abajo a la sociedad venezolana, -mezclada en su bajada con la sociedad
colombiana emigrada hacia nuestro territorio sin control ni administración
alguna-, se mantienen aun hoy ejerciendo las mismas fuerzas, en este descenso
que no pareciera tener fin.
Mientras no haya culpables sobre
quienes ejercer la justicia, nada cambiará. La impunidad es el peor corrosivo
que puede verterse sobre las bases “metálicas” de una sociedad.
Nada avanzará hasta que seamos
capaces de dejar al desnudo nuestra incapacidad de reconocer errores. Nada
cambiará hasta que seamos capaces de reconocer las graves fallas y omisiones
que cometió Chávez, y todo aquel que le siguió ciegamente o por conveniencia,
como única opción comprendida para salir del estado al que habían llegado las
cosas. Nada cambiará hasta que la oposición entienda que su etapa vivida fue la
génesis del chavismo surgido posteriormente. Ambos son los lados de la misma
moneda cuarta republicana, y todo seguirá igual hasta tanto los seguidores de
ambos bandos, reconozcan esta repelente realidad a todas sus conveniencias de
hoy.
Organizar el cómo lograr el compromiso
nacional es el gran reto por delante; estructurar un mecanismo para garantizar
el llevar a la justicia a los corruptos existentes que sean emblemáticos (llevarlos
a todos, sería imposible: la cifra
ronda los decenas de miles). Repatriar los dineros robados y canalizarlos de
manera transparente a becas de estudio y salud. Todo esto es necesario si
pretendemos cambiar algo; por fuera de esto, no hay cambio posible ni
sostenible en el imaginario colectivo.
Recordemos: La verdadera crisis venezolana
va más allá de lo económico o político; es conceptual en lo moral, por nuestra aversión
a someternos a las leyes que al día de hoy, solo son aplicadas a los pendejos
de a pie, como usted o como yo. Por eso es que los diálogos no funcionan.
Llegará el momento de la introspección,
y del cambio para bien. Esta escrito; el crecimiento es parte de la naturaleza
humana. El camino en sí mismo, está por definirse.