No importa lo que diga el Jaime Lusinchi de la quinta república, o el Barrabas Junior de la oposición inútil venezolana; al final, la única verdad que les pega en la cara sin que se hagan los entendidos es esta, dicha por El Libertador, cuando ni se imaginaba que la estupidez se heredaba y crecía con el tiempo entre los políticos y "terratenientes" de hoy, de bando y bando:
"La impunidad de los delitos hace que estos se cometan con más frecuencia: Al fin llega el caso en que el castigo no basta para reprimirlos"
No hay ley "anti corrupción" o habilitante nueva que valga; tampoco hay constituyente que corrija esto con los políticos que tenemos hoy; la impunidad pura y simple, acomodada entre los pliegues de los vientres crecidos por tanta inmoralidad y desvenezolanización sistemática y sin corrección a la vista, nos llevan de a poco hacia el terrible callejón sin salida donde ya el castigo no bastará para reprimirlo.
Sigan creyendo que los anti valores reinantes hoy arreglarán esto. El desmontaje de la nación comenzó hace rato, y nada hacemos por evitarla. Lo único colectivo en Venezuela, es la miseria con la cual buscan las mayorías morder aunque sea una tajada de la torta de excremento que el mismísimo diablo nos puso en la mesa.
Lo único popularizado aquí, es la corrupción como expresión de la tan celebrada "viveza" criolla.
Sigamos así, y el único consuelo será que cuando escriban la historia de los fracasos del presente, todos estaremos sordos, muertos y olvidados, 3 metros bajos tierra. Al menos nosotros, porque los hijos de los corruptos de hoy, estarán viviendo en USA y Europa con los $$$ "heredados" de sus padres, hoy políticos gobernantes, de oposición o empresarios de maletín.
domingo, 25 de agosto de 2013
domingo, 4 de agosto de 2013
¿Por qué insistimos en ir caminando en círculos?
Aunque les he dicho que nada ocurre sin que tenga un efecto notorio en los
eventos sociales que más adelante se suceden, no puedo negar por ello que en
ocasiones, los derroteros de la existencia nacional parecen estancarse en
especies de “salas de esperas”, donde los protagonistas visibles dan vueltas
sobre sus propias limitaciones, en tanto que aquellos que están llamados a
protagonizar pero se contentan con aguardar junto a las paredes de dicha sala, antojándose
como con tristes imágenes de una sociedad descolorida y sin identidad, incapaz
de criticarse a sí misma, y mucho menos, percibiéndose habilitada para tomar decisiones
trascendentales, sin importar lo que haya que desterrar del rígido o
anquilosado imaginario colectivo.
Una triste triada se ha formado en Venezuela: Gobierno, oposición y sociedad
sin poder real.
Ninguna de estos atina a tomar con la mano a la verdad; ninguna logra aún
empujar contundentemente en una dirección acertada: Los venezolanos y
extranjeros que forman una especie de “gobierno de coalición”, se revuelcan en
el lodazal de sus errores, conveniencias y miopías, al tiempo que los
venezolanos sumados en una terca e igualmente extremista oposición, solo sueñan
con volver a imposibles esquemas pasados de cogobierno con distintos intereses,
igualmente extranjeros.
Por último, esa sociedad desvenezolanizada,
más allá de lo que entienden, y sin el poder real de una conciencia y una moralidad
compartida y respetada, yace lánguida en sus propios y pequeños retos
individuales de supervivencia económica y anímica, aferrada siempre a remedios
pasajeros y sueños imposibles de mantener sin que haya de por medio hasta el
sol de hoy, una sumisión tacita u desenfadada frente a uno u otro bando
autoerigido como protagonistas políticos de oficio.
Tenemos entonces a un pueblo que ve en la palabra nacionalista, a un
concepto retrogrado y amenazador para sus libertades -llevadas a veces a
libertinajes-, para entregar así sin rubor lo poco que de venezolano le queda;
un gobierno liderado por quien llega al poder como recompensa al servicio hacia al caudillo ahora
fallecido, más que por otra cosa, para ejercer en un giro irónico del destino
el papel irrelevante y difuso en lo presidencial, que en los años ochentas le
tocara a Jaime Lusinchi, con pareja femenina incluida, mientras que en la
oposición, con dificultad, se levanta un político construido a partir del poder
y la influencia de viejas estructuras, que sin embargo, no es capaz de hacer
valer el triunfo electoral presidencial que se endosa.
En tanto sigan así las cosas y las vueltas en esta miserable sala de espera
persistan, estaremos viendo titulares insulsos y pobres como estos:
“Toda la patria se moviliza contra la corrupción y los corruptos, y contra
la sociedad de cómplices que funciona en la cúpula de la oposición” (02/08/2013: Nicolás Maduro vía twitter)
“…Porque lo peor que le puede pasar a nuestro pueblo es la resignación, el
conformismo, lo más fácil es no hacer nada”. (02/08/2013: E. Capriles)
“…Es hora de elevar la voz, de exigir nuestro derecho a un cambio profundo
en Venezuela” (02/08/2013: María C Machado)
¿Por qué Maduro cuando habla de “toda la patria”, insiste tercamente en
referirse ciegamente a ese supuesto 50% que votó por él, ignorando con esta
afirmación a la otra mitad que no votó por su opción?; ¿Seguirá siendo la negación el “leitmotiv” de su
gobierno impuesto por la avasallante fuerza del abuso?; ¿Qué nación se mueve y
avanza con la mitad de su gente atraída por el fardo de dinero que ponen
delante de sus narices, mientras que la otra mitad avanza arrastrado de la mano
gimiendo por su desventura al no sentirse protegido y guiado?; a todas
estas, ¿El oficialismo y el chavismo no
tiene cúpulas corruptas?; son todos corderos de Dios?
En cuanto a Capriles, ¿Cómo pretende ahora defender lo que no defendió hace más de
3 meses? En lo particular, creo que ha defendido con más ímpetu su puesto de gobernador, que aquel de
presidente que dijo ganar.
Al final, como dice el viejo refrán: “Los
hombres están llenos de buenas intenciones, pero son sus actos los que escriben
su historia”
El inofensivo (políticamente
hablando), acto de calle de E. Capriles, 100 días después de aquel triunfo que
probablemente le fue robado a punta de abuso, deja abiertas más interrogantes
que afirmaciones, cosa inaceptable en quien aspira la silla presidencial y
caudillera de este país.
Y María C Machado, la siempre marcada
por su sonriente foto junto al entonces presidente estadounidense G. Bush hijo,
que resulta ser ahora la pitonisa que
supone comprender en qué momento presente, -y no antes-, (debido a que esperaba la respuesta de quienes han
sido cómplices siempre de sus intereses y no de los nuestros, fuera de estas fronteras), los venezolanos
debemos tomar el control de Dios sabe qué cosa, y esto lo digo porque difícilmente podrá ella señalar un camino realmente alejado en alguna manera de la influencia extranjera, en detrimento de cualquier estrategia propia de crecimiento nacional.
Todos ellos lucharán sin cansancio para afirmar, (cada uno por su lado por supuesto, y con "Dios como apoyo contratado en exclusiva para si mismos"), que su socialismo "siglo veintipico", o su "capitalismo familiar" son la solución a todo, mientras que omiten por desconocimiento o ignorancia supina, que la corrupción superando a la honestidad, junto a la inflación superando a la estabilidad, son los verdaderos corrosivos que destruyen de a poco pero sin descanso, los pilares metálicos de cualquier sociedad humana, y en particular, de la nuestra.
Siguen todos sin entender que con mentiras y conveniencias políticas, no
avanzaremos un ápice, y hasta que alguien no esté dispuesto a arriesgar su
propio futuro como posible funcionario público elegido en elecciones honestas,
mediante el uso sistemático de la verdad y la acción ejemplarizante mientras
camina el sendero que pregona, no tendremos cambio alguno importante. Esto,
claro, si es que llega a haber una sociedad nacional capaz de sacrificarse para andar por
semejante camino de retos y recompensas predeciblemente claras.
Me ocupa que Maduro sea sin desearlo, el tonto útil idóneo a mantener en la
presidencia del país, -sin importar los medios para hacerlo-, solo mientras sea
garantía de poder económico y político para los tentáculos tras él; eso es tan
malo por lo menos como tener a otro tonto útil que confiera iguales ventajas a
un grupo opositor con las mismas ambiciones…
Como en una película barata de vicio y azar, vemos que el juego está cerrado
para un país con tanto apostado sobre la mesa, en manos de un jugador cansado,
una prostituta ebria (la gran hacienda nacional) a su lado, y un tumulto de observadores
trasnochados a la expectativa, sin
saberse los verdaderos dueños, de la fortuna apostada.
…Espero no caer yo mismo en el círculo inútil de hablar una y otra vez del
mismo vicio mayor de este país: La imposibilidad de conseguir argumentos para
dejar la ligereza en todo lo que abordamos y hacemos.
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