Atrás
quedó la selección “informal” del candidato de la oposición mediante primarias;
(la escogencia formal ya estaba hecha
antes del 12 de febrero; de no ser así, no hablaríamos de un candidato político
per se; acciones como las de Leopoldo López permiten inferir intríngulis
de esas proporciones, realizadas con desenfado).
Atrás parece que ya quedó también la aún no identificada enfermedad cancerígena del presidente,
así como el extraño episodio medico de su caída y resurgimiento, para darle así
continuidad al Chávez de siempre, que sin reparo alguno, comienza a ensayar y
poner en práctica, las estrategias necesarias para enfrentar al oponente
aparente, buscando, al menos inicialmente, la victoria por la vía
electoral.
Ahora,
detrás de la siempre aparentemente “rutinaria” cara del mundo político todo,
pareciera quedar solamente a partir de este momento, el “hoy y el mañana”, marcado el primero con el de qué manera cada uno
buscará derrotar a su oponente, mientras que el último se erige como un hito,
clavado en un hasta ahora, 07 de Octubre
de 2012, como la fecha agendada para las ya mencionadas elecciones
presidenciales en Venezuela.
De
a poco, la polarización vuelve a tomar su lugar predominante, como en un
programa informático, con la subrutina específicamente escrita para exasperar
los ánimos, y preparar el escenario para los choques que se requieren políticamente,
a fin de mostrar lo necesario de aquello de
“…que el bien”, “…se imponga ante el mal”, siendo estas unas expresiones utilizadas indistintamente por ambas partes producto
de la polarización, seguras cada una de ellas, de poseer la verdad absoluta, y las
pruebas históricas, sociales y económicas, de su necesario triunfo aplastante
sobre el adversario…
…Adversarios;
como si no se tratara de un solo país; como si de tribus peleando por el
manantial de petróleo situado entre ellos se tratase, luchando despiadadamente,
mientras tras cada una, oscuros intereses foráneos se mueven para controlar
tanto el manantial de petróleo, como los demás recursos de ambas tribus,
inocentes ellas, incapaces aún de ver su propia fortaleza como el pueblo único que
en realidad son…
No
quiero detenerme en las “bondades” de cada una de las propuestas electorales
que se levantan al presente; el presidente como es de suponer, defenderá cuanto
se ha hecho, y casi con certeza, en nada modificará las faltas, dando continuidad a los mismos errores
de los 70´s y 80´s, que se han arrastrado hasta hoy sin rubor. Por el lado de
la oposición, cuya única meta manifiesta con claridad es sacar a Chávez del
poder y, -más que dar un paso al frente-,
es retomar los pasos de algo que existió/existe entre el pasado y el presente,
escondido mas en las gobernaciones opositoras a Chávez, que en la necesaria percepción
estratégica y nacional, lo cual termina dejando una sensación de vacío,
peligroso desde todo ángulo, para la vida republicana que se requiere.
Básicamente,
estamos ante un gobierno que tiene una enorme cantidad de aciertos en todos los
temas nacionales, pero cuyos errores y omisiones en varios temas, son ya
innegables, y cuyas soluciones se hacen impostergables,
dado lo elemental de esos aspectos abandonados. El anclar la revolución a una
sola figura humana, ha ido de a poco, descontextualizando su esencia, y con
ello, su efectividad real.
Simultáneamente,
la oposición, en su ahora unificación temporal (por conveniente, aunque sea a regañadientes, -y no exenta de un
outsider a última hora-), de cara a las elecciones presidenciales, como una estrategia para enfrentar a un Hugo Chávez
(que no escuchará sugerencias de quienes precisamente él necesita mantener como
la némesis oficial de la prosperidad y la revolución bolivariana), también ha terminado por decretar el cierre de
su oportunidad para convertirse en el siguiente paso equilibrado en la construcción
de la Venezuela que anhelamos como colectivo, y que, -como hemos mencionado en
el pasado-, no alcanzamos todos aún a comprender lo que necesitamos para progresar
al ritmo correcto.
La
consecuencia directa de todo esto, queridos compatriotas, es el agotamiento de ambos modelos conocidos por los venezolanos, es
decir, de los dos bandos. No piensen por
favor, que hablar de dos bandos, es distinto a hablar de dos partidos políticos,
o de dos facciones; en realidad accionan de maneras similares, y se agotan de
formas también parecidas. Es el “bipartidismo”,
en todo esto, lo que hace que la hipocresía se exaspere al máximo, dado que no
puede un bando atacar al otro y al mismo tiempo, criticarse, sin perder ventaja
frente al adversario. ¿Ven la falla de fondo?
De
a poco, la necesidad de una tercera opción, ya capaz de atender los problemas
medulares que se refieren a lo social, a lo nacional y a lo republicano, erradicando
en el proceso a los habituales traficantes de influencias y negociadores que
siempre saben deslizarse de un gobierno de turno al otro, al mismo tiempo que suma todos los aciertos existentes, parece lentamente
emerger, aunque se hace evidente que, sencillamente resulta aún muy temprano
para concretar esta opción sobre algún colectivo, y mucho más para
identificarla sobre un solo hombre o mujer, dispuesto esta vez a hacer revolución,
sin hacerse a sí mismo, elemento imprescindible de ella.
Creo
que los años que han pasado desde los ochenta hasta hoy, han demostrado que se
requiere de un simple acto, que sin embargo, se erigiría como la más grande
secuencia de transformación vista desde el inicio del boom petrolero en Venezuela:
El acto de hablar solamente, con la verdad.
Nadie
puede situarse en el contexto del todo si no se habla a sí mismo con la verdad;
ningún país entenderá y mucho menos enfrentará, las fallas y vicios que lo
aquejan y dispersan de la imagen solida de una sociedad abierta pero concreta,
de una republica audaz, pero sensata.
Hablar
con la verdad, sin diplomacias que edulcoren las cosas, sin parafernalias que
busquen distraer a las masas pseudo-estúpidas que la vieja política identifica
en nosotros, es la única vía, la única “autopista
con canal central”, por donde avanzar hacia el futuro que soñamos.
Ambos
protagonistas del año, es decir, la oposición y el chavismo, tienen la
oportunidad de consolidar una visión que los supere a ellos mismos, adentrándose
en terrenos inexplorados por la política venezolana: Aquel que nos permite
autoimponernos un idea, un orden de prioridades superior a todos nosotros:
Dios, Justicia y Pueblo.
Solo
hablo de dos protagonistas, pues el tercero, -que no es más que la fusión de
los primeros que rectifican y del resto que deciden coincidir-, y al que por primera vez podríamos llamar
colectivo republicano, aun espera por un tiempo (indeterminado por quien
esto escribe), para surgir y gobernar.
Ciertamente
seguiremos dando pasos, pero por el camino asumido, y alternando torpemente
entre el canal izquierdo y el derecho, ignorando el del medio, (que es el único
que con certeza no tiene desvíos imprevistos más adelante), simplemente la
patria grande que esperamos, la nación justa y equilibrada que aspiramos, puede
perderse en el desierto de los lamentos, por las cosas que pudimos hacer, y no
hicimos.
La
solución final no está en partes de un mismo conjunto disputándose el control
de una sociedad; busquen la solución en el equilibrio más allá de las pasiones
sectarias; más allá de las elementales estrategias de división y confrontación.
Allá donde la gente toda se respete, y donde la voz de uno, sea tan importante
como la voz de todos. Allá donde Dios y la justicia, estén siempre por encima de
cualquier aspiración individual de poder; y donde todos juntos podamos
llamarnos con orgullo pueblo. Pueblo venezolano, heredero solo de sabidurías,
propietario del presente, y garante del país que acunará y dará cobijo a
nuestros hijos, y a los hijos de estos.
Elijamos
ser grandes; elijamos ser humildes. Elijamos ser de verdad y en la verdad,
venezolanos.