domingo, 28 de marzo de 2010

La sociedad civil: ¿Con qué se come eso?

Recuerdo esa casi graciosa expresión de algún político venezolano hace unos años, refieriendose a las organizaciones "civiles", en su mayoría -si no todas-, formadas ante alguna necesidad real o inventada, y que termiron en general asociadas a la oposición. Me vienen a la mente por cierto, por el papel que veo, comienzan a tener junto al nuevo “hormiguero”, -que no llega ni a chiripero*-, que se está formando con la atomizada oposición venezolana. No lo digo por despreciarlos ni mucho menos claro está; más de una vez les he comentado sobre la necesidad de una o varias voces alternas a la linea mantenida por el gobierno, que logre con el contraste y a veces con la coincidencia, mejorar lo referente a la politica administrativa del estado, aunque todos ellos deben estar invariablemente dentro de lo constitucional.
Esto por lo menos, será hasta tanto podamos deslastrarnos de los extremismos por lo cuales, solo existe la oposición y el oficialismo, no dejando opciones refrescantes y congruentes entre ambas.

Esta entrada al blog es un poco un resumen de lo que hemos hablado ya: dos personajes remando en sentido contrario en un mismo bote, girando sobre el mismo punto de manera inútil, sin la menor intención de ponerse de acuerdo y remar en la misma dirección. Un remero ignorando cualquier buena idea del otro; un remero odiando al otro. Un remero que solo concibe un bote sano y prospero, si el otro remero sucumbe a sus pies o se lanza por la borda.
Mientras, la realidad aplastante de un país dividido, ignorado y distraido, sigue aguardando por la justicia y la prosperidad que no dependa de una coyuntura o de un momento politico en particular.
La gente no quería dadivas, ni becas regaladas a cambio de fidelidad y votos, ni bolsas baratas de comida luego de dos o tres horas de colas. Lo que querían, -y aún quieren-, es trabajo, seguridad, salud y educación. No podemos fastidiarnos por mencionar una y otra vez esto, porque perder el norte de nuestras aspiraciones, es entregarnos a la derrota que nos está de cualquier manera por cierto, negada.
Ahora, lo único relevante es que seguimos esperando por esto, y por los proyectos realistas, con pautas y tiempos de ejecución bien definidos que consigan nuestras metas básicas y comunes, exaltando por fin, y sin objeciones, la venezolanidad.

Como ustedes, yo no quiero concebir con demasiado pragmatismo conceptos como sociedad civil. No me parece lo mas adecuado en nuestro país, aceptar que se llame así a la gente que se organiza bajo un registro notariado o gubernamental, buscando un fin distinto al que ya como colectivo nacional, con constitución y leyes claras, hemos establecido. Allí comienza la falla: si algo no se está atendiendo correctamente, no puede llegar un grupo de gente y decir: “¡Ey, agrupémonos y busquemos solución por nuestra cuenta!”; eso en parte es lo que se hace actualmente tambien con los consejos comunales. Si lo hacemos, estamos negando nuestro colectivo, y el respeto y mando que por su poder originario, tiene. La sociedad no puede dividirse en sociedad civil, sociedad comunal, sociedad militar, o cosas por el estilo; la disgregación nos va minando en lo elemental, al agruparnos de esa manera, aunque suene paradógico.

Una sola sociedad existe; un solo colectivo que no puede dejarse pisotear por quienes dentro de ella misma, con viveza, desean diferenciarse del resto. En una sociedad sana, clara de su identidad y orgullosa de su andar, unicamente se acepta una diferenciacion entre sus individuos y colectivo: la de los que obedecen la constitucion y las leyes, y la de los que no lo hacen, y deben por la autoridad asignada para eso, imponerles el correctivo y la sancion necesaria. Solo con el orden superior de Dios y la constitución se mantiene la cohesion del colectivo nacional; solo con orden, los talentos y aspiraciones individuales, pueden conseguir prosperar en armonía nacional.

(*).El llamado “chiripero” recordarán, fue aquella agrupación de partidos políticos que se reunieron para apoyar al entonces candidato, el ex-presidente de la republica Rafael Caldera, y quienes por lo menos tenían un “proyecto de país”. Era un proyecto torpe, inviable por su rigidez y bases ortodoxas, pero aún hoy, resulta tristemente superior al que la actual, y casi atolondrada oposición venezolana tiene, más en medio de la excitación presente que les produce escoger a los “elegidos” para llegar a la asamblea nacional, muchos de ellos, por cierto, veteranos ya de otros fracasos de la oposición.

Una elección de parlamentarios; si ocurre… ¿A quien vamos a elegir?

A mi modo de ver, el panorama no es sencillo. No se trata, aunque parezca increíble en Venezuela, de escoger entre “la opción A” y “la opción B”, en el supuesto de que se efectuen dichas elecciones parlamentarias...(!).

Sabemos que la opción oficialista utilizará nuevamente el "portaviones" (?) presidencial y sus casi infinitos recursos en tiempos de elecciones para llegar a los ansiados cúrules, a fin de cumplir con las ordenes sin miramiento alguno, del ciudadano presidente de la republica, mientras ellos gozan de todos los beneficios del paquete laboral parlamentario, así como del poder y la influencia que el puesto ofrece.
Por el otro lado, estarán los de la opción oposicionista, "locos" por agarrarse de algo para llegar al poder que despreciaron erradamente en las pasadas elecciones legislativas y que les permita, llevarle la contraria al presidente, y de paso, claro está, aprovechar también las bondades del paquete laboral parlamentario y del tráfico de influencias posible con ello. ¿Lo había comentado ya, verdad…?. Hasta el sol de hoy, ningún precandidato, de ninguno de los dos bandos, ha ofrecido un proyecto coherente de legislatura nacional que discutir: Para ellos, lo primero es lo primero (No Venezuela, por supuesto): ser ungidos como candidatos. Una vez más, el politico, y no la politica, es lo importante.

Vamos queridos compatriotas, no esperen que anden la mayoría de esos candidatos en otra cosa; los que están hoy en día, ya ni se visten formalmente para ir a su trabajo, quizás hasta ocupados están en ver como seguir "cercanos" al poder, una vez se acabe el presente periodo legislativo. En todo caso, debemos reconocer que el sitio físico como tal, y la institución, poseen ya una majestad puesta en duda por casi cualquiera en el país que sepa lo que allí se hace.
Sin embargo, y a pesar de ello, es aún una de las expresiones básicas de la administración del poder constitucionalmente establecido, y quedará en manos no sólo de los que elijamos, sino de nosotros como electores, al exigirles que hagan lo que deben hacer.
El mundo bizarro donde vivimos, donde el ascenso hasta los cargos de elección popular, son puentes hacia el disfrute del mundo de la burguesía político-administrativa-gubernamental venezolana, con tarjetas de crédito sin límites, cuentas de celulares pagadas por el estado, fincas, caballos y viajes, debe acabarse.

La lucha de clases si existe como factor de injusticia y retraso tercermundista, pero no fundamentalmente entre los individuos o grupos de ellos en el colectivo nacional, como los que trabajan y los que empresarios que se prestan a la explotación de los trabajadores, sino entre el colectivo que elige, y el pequeño colectivo que gobierna. Este último es el que permite que el resto de las explotaciones, tengan origen y permanencia en el tiempo.

¿Recuerdan aquello que les comentaba de que el verdadero poder popular es el poder de uno?
¿Recuerdan el por qué de la frase Dios, Justicia y Pueblo?

Ténganlo en mente a la hora de elegir a sus representantes, porque eso son: representantes y ejecutores de nosotros como colectivo; cada uno de los funcionarios que sean electos, no deben jamás perder el contacto diario con los que le pusieron allí para trabajar y sudar con el ir y venir hasta sus centros de población, a fin de medir los requerimientos y la satisfacción de los mismos.
¡La gente no tiene demasiado tiempo para guiar a estos individuos, a la vez que hace la necesaria contraloría social, administra los recursos, construye la casa de los que necesitan vivienda en su sector, lavan, planchan, levantan la situación del barrio para planificar prioridades, y de paso, aman y atienden a los hijos y esposos/esposas!
¡La cosa no podemos ponérsela tan fácil a estos descarados, y menos con la millonada que gananán mensual y anualmente!. !Vayan a ver si hacen colas en Mercal!; ¡vayan a ver si madrugan para que los atiendan en un Barrio Adentro!.

¿Contraloría social?: Por supuesto que si la ejercemos!; ¿Hacer el trabajo por ellos?: no!.
Entendamos esto: El aparato burocrático existe, para que nosotros, el colectivo, tengamos ideas, trabajemos, innovemos, vivamos y amemos, mientras ellos, -que tiene derecho a todas esas cosas también, pero que por su libre albedrío han sido elegidos para esos cargos y el trabajo que implican-, atienden la casa grande que es nuestro país. Ellos son los bedeles, supervisores y administradores de esa casa. NADA MÁS.
La más mínima cosa que sobresalga de esa función, es producto de la corrupción.

Tengan cuidado al elegir, para evitar la menor cantidad posible de "remeros" que renieguen de someterse incondionalmente a la constitución (como el bote de los dos individuos remando en direcciones opuestas...). Para llegar a la verdadera Venezuela que queremos, sólo existe un camino, y es por el medio, sin miedos, y no por las aceras, por los bordes, donde como en una carretera, en caso de peligro, pueden saltar al monte y esconderse. Procuren evitar a esos que como les decia recientemente, se tomarían emocionados la foto con un Fidel, mientras los del otro predecible y aburrido bando, se la tomarían con igual emoción, con una falda por sobre la rodilla, o con ropa vaquera, con un Bush en su White House. Gente así sólo retrasará más nuestro arribo a la nación que aspiramos.

sábado, 20 de marzo de 2010

100 entradas en el blog; 100 reflexiones de vida y nación.

Les voy a pedir indulgencia para con esta reflexión que sólo buscar recordar un camino que comencé hace unos meses. Fue sólo un paso ante tanta idea rondando la cabeza de este quien les escribe.

No dudo que entre millones y millones de paginas en la Internet, el que algunos se detuvieran a reflexionar conmigo, en silencio, fue poco menos que asombroso. Gracias.

Como hace un tiempo les dije, no puedo eternizar este blog; no al menos, en su forma original. Sería casi inevitable volver sobre ideas ya manifestadas, aunque quizás más detalladas. Quizás podría ir más adelante, describiendo los cambios que se esten dando, siempre desde la perspectiva de un venezolano, viviendo su vida, junto con su familia, en esta amada tierra.

Esta botella lanzada al mar de la esperanza, llena de mensajes, seguirá navegando, aunque por cualquier razón yo dejara de escribir. Reafirmo mi convicción por ofrecer un ángulo humilde de reflexión sobre Venezuela. Nada más. Debo luchar para no convertirme en aquello que tanto he remarcado como negativo: Un hombre que se considere infalible e imprescindible, ¡por lo menos esto de imprescindible no más allá de mi propia familia, e incluso sólo hasta que estén mayorcitos!. Dios los bendice siempre, a todos ustedes.

El verdadero poder popular es el poder de uno.

¡Dios Justicia y pueblo!

El centro del asunto que se sigue sin tocar: la natalidad descontrolada y sin sentido, como evidencia de descomposición social y moral.

No importan los años que han pasado; no importa las historias y aventuras épicas que nos han contado. El mayor de los problemas, pese a los intentos efectuados, y el arduo trabajo de muchos, sigue supurando y creciendo: La natalidad descontrolada, así como las múltiples causas que la generan en Venezuela.

No pretendo tocar los puntos que acertadamente ya, muchos médicos, psicólogos y sociólogos nos han hecho ver como cruciales en este asunto que alimenta la distorsión que vivimos como país. Sin embargo como los políticos no tocan esto por su extraordinaria gravedad y profundidad, a lo cual no les interesa mayoritariamente darle solución, no quiero, aunque sea por penúltima vez, dejar de mencionarlo, a la espera de que más que llamar la atención o criticar, pronto estemos festejando la erradicación de tan terrible distorsión. Este asunto es tan o mas importante que la alfabetización.

No de a gratis somos la nación que lidera las estadísticas latinoamericanas en aspectos como los embarazos en menores de18 años, las familias disfuncionales, los asesinatos y los divorcios

La infinidad de veces que he estado en nuestros barrios, y en incontables invasiones, contemplando entre tantas cosas duras, a niñas y adolescentes embarazadas, mutilando sus propios crecimientos emocionales por una sexualidad mal llevada y una escala de valores familiares más bien milimétrica en su tamaño, del que ellas no son victimarias, sino víctimas, no deja de resultarme triste.
Cuando veo a las jovencitas con inocencias perdidas al vivir en una rancho de un sólo cuarto muchas veces, con sus ropas indebidamente apretadas, exhibiendo no su inteligencia, y preparación educativa o moral, sino su naciente cuerpo de mujer como puente de salida de la miseria emocional y económica sobre la que ha crecido, a cuanto chico pendiente justamente mas de eso que de otra cosa, es cuando contemplo con la tristeza que les mencionaba, como el circulo de la miseria se cierra una vez más para aparentemente, perpetuar y magnificar, la distorsión social de nuestro país, allí donde ella reina soberanamente y sin resistencia.

No hay más embarazos, o más delincuencia, simplemente porque ahora haya más población; no es tan simple.

Hay cosas que se debieron detener hace décadas; o por lo menos, en estos últimos 10 años. Sin embargo, aquí estamos, pensando en cómo lo detendremos en el futuro. Una reflexión mayor y más profunda podría hacernos pensar que Dios va hilando con calma los hilos que nos den sabiduría en el tiempo exacto para ello. Quizás sea así. Pese a ello, no veo razón para que no intentemos, cuando nuestras almas lo reclamen, levantar la voz ante las injusticias, ante las arbitrariedades, o ante la omisión a propósito de nuestra constitución por parte de quienes deben atenderla con sus propias vidas: Los funcionarios públicos.

No es esto para lamentarnos de nuestra patética situación. No hay perdón, porque las consecuencias ya están entre nosotros. Sólo habrá expiación, por decirlo de alguna manera, en el momento en que revirtamos esta distorsión social.

Seguridad, educación, trabajo y salud. Las cuatro patas de la mesa familiar venezolana que debemos construir y reforzar. No se trata de vivir lacerándonos la piel como método de expiación de esa culpa; tampoco es cuestión de no hablar de eso, y sólo buscarle una solución discreta, casi secreta. Una vez más, la respuesta pasa por aceptar la responsabilidad colectiva; haciéndola pública y explicándosela a todos. Todo lo que haya que hacer dentro de la constitución, será justificable.
Aceptar el daño hecho, y las víctimas que nunca obtendrán el consuelo hasta que estén seguras que a sus propias hijas e hijos no les pasará, es necesario. Es una guerra donde la primera de las dos grandes batallas, nadie quiere aceptar que la hemos perdido; es una guerra que dejará profundas heridas, pero aceptarla, implica que no seguirá haciendo destrozos entre nosotros, y que la posibilidad cierta de ganar la segunda batalla, -la de la redención-, esta por lucharse.

Nosotros, y nadie mas, decidirán cuando y como. Mientras, hoy otras niñas, y otras jovencitas, muchas veces por acción de otros jovencitos mal encaminados por las carencias afectivas y sociales, terminarán embarazadas y traumatizadas, estrenandose como padres sin preparación previa, garantizando así una nueva generación de venezolanos perdidos en el limbo de una a su vez extraviada y difusa identidad nacional.

En el tiempo que leíste esto, alguna niña fue abusada en Venezuela, y alguna jovencita está en una atestada sala de un materno público, quizás sola, esperando un parto. ¿Es ese el camino que por flojera seguiremos?; ¿Por qué entonces nos extraña la cada vez mayor tasa de delincuencia?. ¿Entienden por que es insolente regalar esfuerzos y dinero a otros países, cuando esta miseria ocurre en nuestra casa, sin signos de mejoría?.

El país donde debe haber espacio para que todos digan lo que quieran, siempre que no atenten contra la venezolanidad.

Lo digo porque yo no dudo que en Venezuela existe, de hecho, libertinaje en la expresión. Lo había en la “cuarta república", y lo sigue habiendo en la “quinta república".
Ahora ciertamente, la gente tiene que “cuidar más lo que dice y frente a quien lo dice”, particularmente si trabaja en la administración publica o petrolera, pero al final, generalmente bendicen y maldicen a quien quieran o cuando quieran, sin que consecuencia alguna pese sobre alguien.
La impunidad así, es absoluta.

¿En verdad se puede renunciar a la venezolanidad al atentar contra ella?; pues considero que si, y eso es lo que tenemos que evitar a toda costa, o que por lo menos, quien decida renunciar a ella, al agredirla en los términos constitucionales plasmados, sea libre de abandonar este país, si no quiere caer en la contradicción de atacar y destruir aquello donde sigue viviendo.
Claro, siguiendo las reflexiones ultimas que han gravitado sobre este tema en el blog, debo recordar que primero: La venezolanidad está en duda como concepto claramente definido en el colectivo, por lo que con cada minuto que pasa sin impartirse en las escuelas la constitución de Venezuela, hace más que agrave el problema que ronda a esta definición básica del individuo venezolano, o de aquel que ha decidido vivir bajo nuestras normas, en nuestro país.

Segundo: El tema político que se discuta en privado o públicamente, sea cual sea, a caído en Venezuela en el peligroso terreno de la “asepsia venezolanista” (Es decir, en su tratamiento en términos neutros, no enmarcado en nuestros preceptos fundamentales de nación), con lo cual ha habido espacio para que algunos hablen de lo que se debe hacer en el país, en términos mas bien estériles, internacionales, y a otros, les ha dado la oportunidad de hablar en términos emotivos y comunitarios, pero mas de corte socialista generico, mas neutro y latinoamericano así, que otra cosa.

¿Vemos nuevamente el problema?: Venezuela no es la ONU, ni la OEA, ni la cede internacional de las hermanas de la caridad.
Venezuela no puede comenzar a reconocerse a si misma, como una desfigurada imagen internacional de socialismo, o de democracia multipolar, o de lo que sea, pues solo cabe un autoreconocimiento, como el que hace en su momento, cualquier adolescente: el ser Venezuela.

¿Que sólo se trata de un juego de palabras con exacerbado nacionalismo?

Permítanme decirles que, con varios millones de extranjeros considerándose eso -extranjeros- en nuestro suelo, no es un juego, y con una falta de identidad clara que los arrope –y nos arrope-, no es tampoco exacerbado nacionalismo: Se trata de una verdad que mal encaminada y malamente revertida, eso si, puede encender las alarmas del extremismo y la intolerancia, como aún no se ha visto en el país.
Aceptamos con un desparpajo insolente, que la gente política del país hable de valores internacionales o de naciones amigas, con más fervor que de los propios valores de Venezuela. Los políticos y la gente en general hablan de lo que se debe hacer, sin tocar muy en serio nuestra constitución, y en el mejor de los casos, se limitan a mencionarla como si una cosa folklórica fuera.

¡Uno y otro bando caminan juntos en la destrucción de lo que el espíritu nacional es!

¡Aquí tomarse una foto con Fidel o Evo, ha sido tan “emocionante” como tomársela con Bush u Obama, dependiendo del extremo político donde se milite! Mientras elijamos a ciudadanos políticos para cargos públicos, por los personajes con quienes se toman la foto, y no por sus ideas mostradas en su vida publica y por su proyecto político concreto, estaremos mal.

¡Tamaña inmadurez vivimos!

La verdadera rectificación comienza, -insistamos-, con la aceptación de todas nuestras fallas y limitaciones. En ese momento, podríamos entonces, y solo entonces, establecer nuestras prioridades: enseñanza de la constitución y el accionar de las leyes, al mismo tiempo que fijamos como parte de la meta inicial, la consecución de la seguridad, la salud, la educación y el trabajo para la población venezolana, a través de una estrategia clara de desarrollo nacional, que permita a su vez, la superación de las sucesivas generaciones de venezolanos.
Esto se logra únicamente al mismo tiempo que se garantiza la libre expresión, y el libre pensamiento moralmente correcto, como una de las chispas que mantienen vivo el fuego del progreso humano, a condición siempre de que esto no atente contra otros, dentro de lo establecido apropiadamente en la constitución, de cara a lo interno de nuestras fronteras, donde como en nuestras casas y familias, buscamos establecer un primer santuario de paz y crecimiento, antes de volcarnos hacia otras naciones amigas, con las cuales compartir puntos de vistas y sabiduría.
Las relaciones colectivas involucran una concertación que implica el beneficio de las mayorías, sin menoscabo de las minorías, quienes a su vez están obligadas a negociar para obtener beneficios adicionales, y en ocasiones, a aceptar las resoluciones mayoritarias. Así funciona un país serio. Hemos de asumir que las resoluciones mayoritarias guardan dentro de si, cuando se hacer concertadamente, en paz, y con el tiempo suficiente, la esencia del impulso humano de progreso y justicia.

Por último, recordemos: el espacio para la disensión política, no puede poner en jaque a los espacios sociales y económicos, cada vez que exista un enfrentamiento, un cambio de gobierno, o una coyuntura producto de nuestras propias faltas y egoístas comodidades. Eso sólo denota una cosa: Inmadurez.

miércoles, 17 de marzo de 2010

Expropiando galpones: ruta correcta de trabajo, o la manera más simple de ignorar que las ciudades siguen creciendo descontroladamente.

Lancemos las preguntas de una vez:

¿Mejorará la condición de vida de los vecinos de esos galpones hipotéticos, si se destruyen y ponemos en su lugar a vivir allí, 500, 1000 o 1500 familias más?

¿Los servicios públicos, -siempre subdesarrollados y por detrás de las necesidades reales-, no se verán colapsados ante la nueva presión producto de la improvisación?

Bueno, creo que no es necesario recordar que antes de estar en plenos centros urbanos, las zonas industriales y sus mencionados galpones, -como en cualquier ciudad del país-, se encontraban inicialmente en la periferia de la ciudad, enmarcado ello en una incipiente planificación de las ciudades hace ya varias décadas, que vislumbraban una estructura comunal y urbanística organizada, hasta que precisamente, las invasiones, barrios y urbanizaciones nacidas caprichosamente y al margen de lo reglamentado, los hicieran –a las industrias y sus galpones-, estar en medio de todos nosotros. La génesis del problema hemos de buscarlo allí, en nuestras fallas al planificar, y en el desorden imperante.

Una absoluta anarquía, donde no existe castigo para el infractor, ni asesoramiento para el que lo necesita y lo busca.

En fin, esas son las preguntas frías que hay que responder.

Volviendo a las interrogantes, podríamos afirmar que si me dicen que no influye el expropiarlos (mecanismo que de por si ha resultado beneficioso en muchas oportunidades, y se debe reconocer), pues háganlo. Asáltenlos y tómenlos en nombre de esa patria desenfocada en la que corremos y nos tropezamos sin cesar.

Si por el contrario, me dicen que influyen negativamente esas tomas, pues entonces debo decir que, como de hecho, ni ustedes ni yo podremos hacer nada para detener esa y otras expropiaciones, si ellas resultaran contraproducentes (y por cierto, en lo particular me parecería poco relevante que una mega empresa como Polar, nacida de las oportunidades desgarradas a otros durante décadas, perdiera millones de dólares, si no fuera porque probablemente cientos de personas podrían perder sus empleos…), lo que nos queda es analizar las consecuencias de ello, y lo que se pudo haber hecho antes, o incluso lo que se puede hacer después, no necesariamente para devolverlos, sino para aprovecharlos con sensatez, luego del frío análisis necesario.

El mayor problema estriba actualmente en que primeramente, no siempre se expropia para mejorar la calidad de vida de un sector del colectivo: en realidad, se hace para distraer, para ocupar la mente de las personas siguiendo una “cartilla” mediática que busca mantener al colectivo, o a un sector de éste, masticando un caramelo, es decir, ocupado en lo que yo como estratega desee.

Luego, cuando se logra el propósito mediático y psicológico deseado, queda lo material, lo físico, o en otras palabras, usando el ejemplo presente, los galpones expropiados. (Aunque claro, pudiéramos hablar de una finca, una casa, o un negocio cualquiera.). La solución inicial como ejecutor de esa cartilla, que al mismo tiempo es la más básica de las soluciones, y la que da mayores dividendos políticos con menos inversión a futuro, es la construcción de viviendas. Los servicios públicos necesarios, como decíamos antes, no serán la limitante. El factor mediático es el relevante.

Ciertamente, el terreno de esos galpones, o las instalaciones mismas, una vez establecido que la permanencia de ellos es contraproducente para la ciudad, podrían muy bien utilizarse para crear centros culturales, plazas o parques para la población, o incluso, centros de apoyo comunitarios, estaciones de policía, bomberos o ambulatorios adscritos al sistema nacional de salud. Quizás también la guardería que tanto hacía falta, o el centro de divulgación científica que podría construirse para el beneficio de nuestros muchachos.

Pero no, eso no gana votos como el choque comunicacional, la demostración de autoridad indiscutible, la distracción psicológica, y la entrega de casas a muchos miembros del colectivo venezolano; individuos de ese mismo colectivo que, algunos de ellos a falta de buena orientación o familia en el pasado, terminaron procreando indiscriminadamente niños y niñas, y aun estando sin empleos o mayor educación, y con sólo alguna definición borrosa de lo que ser venezolano es, esperan que ese gobierno, o ese estado, en su también confusión de las funciones constitucionales a desempeñar, les diera cómo recompensa a esa falta de planificación familiar, a la no preparación y el desempleo, una esplendida casa.

No perdamos durante esta reflexión las perspectivas: esos individuos, venezolanos y extranjeros por igual habitando en nuestra tierra, no son necesariamente culpables; en su mayoría, son victimas justamente de la distorsión que comentábamos hace días. Son la consecuencia humana y social, de la incoherencia en la que vivimos. Hace ya una década, y después de tantos años de vivir a oscuras, alguien logró ver el mundo a través del fondo de una botella vieja y eso fue suficiente para elegirlo como presidente, pese a que, con esa limitada y distorsionada visión, hemos pretendido ahora construir una nación, ignorando toda sensatez histórica, y sobre todo, ignorando cualquier noción lógica sobre el hecho de que quizás, arrojando la botella, -que no al presidente-, y usando nuestros propios ojos desnudos, con la claridad que solo la fe en Dios, en la justicia y en la constitución, podríamos ver la verdad de nuestro entorno.

Los galpones de una mega empresa, y los actos involucrados en su confrontación mediática, son el ejemplo de lo que estamos haciendo con el país.

sábado, 13 de marzo de 2010

“Chávez propone dar facultades legislativas directas al pueblo”, (El Universal, 13/03/10). Pero, ¿Por qué no mejor le damos el poder ejecutivo?

¡Ah!; pero como puedo asomar semejante “aberración”, dirán algunos; simple: Por que no es tal cosa. Venezuela tiene que pasar eventualmente a otro tipo de estructura de representación popular, que permita deslastrarse del presidencialismo que no hemos sido capaces de administrar exitosamente hasta la actualidad.

Sencillamente, en Venezuela ningún cargo de elección popular esta rodeado del sentido de representación de un colectivo, y de la sumisión a este, que debe tener para su correcto proceder.

Cuanta herramienta de “traspaso del poder al pueblo” se ha inventado, no ha sido más que una argucia para desbaratar toda jerarquía de gobierno existente entre la presidencia y el colectivo nacional, buscando fundamentalmente con ello, establecer un nexo afectivo y de dependencia que haga del primero, una pieza inamovible y necesaria.

Mientras, observamos como los cabecillas del resto de los poderes, amoldarán mansamente sus respectivos poderes constitucionales a los deseos del líder al que sigan, no por convicción, sino también por conveniencia personal, a fin de mantenerse bajo el control de su propia micro parcela de poder.

Todos, absolutamente todos, siguen el terco camino de ignorar que el problema no esta en la estructura de administración de las necesidades del colectivo, sino en su actitud de inoperancia frente a la resolución de esos problemas. El verdadero poder popular, el poder de uno, es pisoteado cada vez que un individuo, por genuina motivación propia o en representación de su colectivo, busca solución a un problema y termina ignorado y burlado. La solución no puede ser robarle tiempo de vida y de familia para que lo dedique a resolver el mismo esos problemas, con el dinero convenientemente aportado por la presidencia de la republica. La estructura administrativa nacional debe cumplir su función.

Oficialismo y oposicionismo siguen tras la sombra de sus propios fantasmas, mientras todos ellos insisten en ignorar la majestad de nuestra constitución, de esa constitución anónima en su acción, y venezolana en su motivación. La necesidad de ser reconocidos y de destacar, prevalecen en los políticos, sobre lo que debería ser su superior sumisión al espíritu nacional y al alma escrita de nuestra nación. Mal generacional que nos arrastra a los esfuerzos perdidos, y los recursos desperdiciados.

jueves, 4 de marzo de 2010

“La pirámide de Heinrich” en “la política nacional”

o como: «por cada 3.000.000 de funcionarios que quisieran ser buenos, hay 290.000 funcionarios nefastos y 01 caudillo».

Quizás alguna vez hayan escuchado de esta técnica demostrativa de los comportamientos de datos en masas; su adaptación al terreno político, pese a su origen en otras ciencias de investigación, nos grafica con crudeza, lo que como tendencia dominante tenemos en el país.

Lo bueno de este tipo de técnicas de análisis, -fuera del uso inicial que pudiera dársele-, es siempre lo gráficamente sencillo que resulta entender donde se encuentra el problema que nos interesa, o nos desvía la atención hacia lo que nos debe interesar.

Quizás sea una lastima que lo que menos enseñan en las escuelas, a parte de la constitución y la venezolanidad propiamente dicha, sea la manera de identificar, analizar y resolver problemas para mejorar las cosas. País de más innovadores tendríamos entonces.

Aquí sin embargo, detengámoslos en el optimismo que generalmente caracteriza al venezolano, y pensemos en como aplicar estas cosas a partir de ahora.

La técnica aquí mencionada nos introduce en el análisis de datos masivos, aunque enfocado a los accidentes laborales, desde donde es mayormente conocida, y con lo cual podemos encontrarle sentido a lo que parece no tenerlo en esa rama investigativa. De dicho análisis, emana la posibilidad de detectar las causas del problema que nos ocupa, y ello a su vez, nos da la capacidad de explicárselo a los demás con basamento, buscando un cambio de conducta o proceso.

Volviendo a la política, y a Venezuela y su venezolanidad (estas dos últimas palabras no son sinónimos entre si, cuando existe debilidad de identidad, como hemos mencionado en el pasado), lo relevante en este tema es la tendencia significativa que encontramos hacia la veracidad de la afirmación que nos indica que la mayoría del aparato burocrático –que no administrativo siempre-, esta dañado, y que sin comenzar por el mea culpa necesario, dicha tendencia no será detenida, ni mucho meno revertida.

Las consecuencias de tal omisión, seguirán siendo dramáticas: incapacidad para innovar sin derrochar, incapacidad para operar sin dilapidar recursos, incapacidad para administrar sin malversar, incapacidad para mantener sin destruir primero, y sobre todo; incapacidad para generar confianza y respeto.

Todo comienza bien por lo general cuando ingresa un funcionario público a dicha administración; pero ya muy temprano, durante su inducción y entrenamiento a los procesos del mismo, se ve expuesto y adherido a la cultura retorcida ya existente, donde la lealtad al antivalor del manejo de influencias y favores, prevalece sobre todo. Si es honesto, tendrá que hacerse el ciego ante las trampas, sordo ante los tráficos de influencias, así como mudo ante los canales de alerta anticorrupción, oxidados ya por tantos años de no uso. Al final, “si era honesto”, ya no importa, pues igual consintió la permanencia del flagelo nefasto entre nosotros.

No pretendo por estas líneas afirmar la ruta a seguir para deslastrarnos de tanta miseria burocrática y administrativa; Si algo no puedo permitirme, es ser justamente como el caudillo de turno en cualquier época de nuestra republica, que marcó con su soberbia, la pretensión del camino a seguir por todos.

Lo que si es cierto, es que existen mecanismos legales ya instaurados en Venezuela, inspirados en su constitución, y cuya única traba real para su exitoso desempeño, es la incapacidad que hemos demostrado para aplicarla, para accionarla con firmeza. No hemos podido evitar saltarnos cada alcabala que la ley nos pone en frente; nos resistimos visceralmente a ello. La gente de a pie lo quiere; los que tienen el poder legal declaran hacerlo aunque sea mentira, pero los que tienen el poder político y económico por sus conexiones y manipulaciones, no hablan con la verdad, y menos aún cuando se está en tiempos de campañas políticas.

El resultado: lo que justamente tenemos entre manos en Venezuela hoy: La corrupción como hecho de vida cotidiano a todo los niveles en el país.

Creo que como yo, notan que cada vez que nos aproximamos más al centro del “blanco” donde queremos “atinar” la reflexión, mas rápido llegamos al tema primordial; como si de la distancia menor al centro, se debiera a su vez, la cada vez más frecuente recurrencia del tema de la venezolanidad en estas páginas.

Será inevitable llegar al centro del asunto; hacia allí nos dirigimos todos.

Quizás se estén preguntando ¿Que pasó al final con la pirámide de Heinrich?: Bueno, en realidad sigue allí, demostrando con un simple grafico piramidal, como la magnitud de los hechos de su base, se interrelacionan, dependen y a su vez generan, la recurrencia del mal mayor: No la del caudillo solitario en la cúspide, sino la de su aplastado y maltratado fondo, como si de una pirámide alimenticia mas bien se tratara, teniéndonos a todos como el “plancton” que todos se comen en la base de dicha cadena alimenticia, pero esta vez, de cuanto venezolano vivo y deshonroso ha usado a sus congéneres para escalar poder.

Yo creo que no existen muchas otras opciones en la política y en la interpretación de lo venezolano como algunos políticos quieren verlo; sólo existen dos cosas, de entrada, y negamos incluso que existan ambas: -La política pasada y actual-, ambas dependiente la una de la otra, donde vivimos jugando a que no somos venezolanos, o que eso es hasta accesorio. La otra, -la única que nos hará nación verdadera y ya si con personalidad-: la de los hombres y mujeres que estudiaron la venezolanidad desde pequeños; la de los hombres y mujeres a los que se les enseñaron la constitución con tanto celo como sus dogmas religiosos de libre elección, y donde Dios, y la justicia, no son meros adornos en el cielo, sino que son, el cielo y el sol donde nuestra comunidad nacional, crece y prospera. Ya lo hemos dicho. No hay más.

Romper la estructura de la pirámide que estudiábamos, resolviendola, es la forma de sacarle provecho.