lunes, 25 de enero de 2010

Lo que mata a la estrategia no es la conspiración de los que no gobiernan; es la incoherencia en la planificación de los que si lo hacen.

De todos es sabido que una estrategia gubernamental en Venezuela no necesariamente obedece a los más altos valores nacionales y por tanto, constitucionales, -siendo ello entonces un poco mas que preocupante-.

El hecho simple es que son las estrategias siempre reaccionarias, acompañadas de planificaciones camaleónicas e improvisadas, movidas más al ritmo de un hombre que trata de acomodar sus ideas en la vida que de otra cosa, las que finalmente tropiezan, se enredan y caen siempre con el mismo obstáculo: la incoherencia.

Con esto me refiero a lo que podemos ver, casi a diario, y desde hace décadas, en las políticas gubernamentales nacionales. El mero hecho de que cada cambio de gobierno desde los tiempos de AD y COPEI, hasta hoy, removiera hasta sus bases al aparato burocrático al mismo tiempo que a las prioridades de la nación, demuestra lo endeble de la improvisada balsa en la que hemos preferido viajar, haciéndonos los ciegos ante la tierra firme que en nuestro horizonte esperaba –y aún espera-, por su desarrollo y bienestar.

La incoherencia, que en su definición más sencilla nos dice que “es la falta de conexión en las cosas que se dicen o hacen”, representa la marca de patente de nuestra planificación en muchas ocasiones.

Tiene que ver con la falta de una meta colectiva, con unos objetivos claros, casados e inseparables de la constitución nacional, capaces de inspirar una estrategia definida, y que mediante una planificación estructurada, nos permita llegar a la meta inicialmente planteada.

(Motivación):Objetivos/(Estrategia):Planificación/(Logros):Superación

Se nos antojaría patético el solo pensar que lo planeado seriamente y cuidadosamente por nosotros, en cualquier momento de nuestra vida, lo alterásemos únicamente por la ocurrencia de alguien, sin tener ninguna garantía de éxito.

Sin embargo, lo aceptamos permanentemente cuando de la nación se trata. Tenemos un enorme “arroz con mango” de conceptos e ideas, impregnando nuestra nación, y “lubricando” permanentemente nuestro resbalar como colectivo:

-Presidencialismo exacerbado y de culto,

-Liderazgos fallos aceptados, a falta de otros mejores,

-Constitución no interiorizada,

-Honestidad condicionada a la viveza como valor de vida,

-Héroes políticos a falta de héroes reales,

-Fanatismo y paternalismo político,

-Socialismo, mal revuelto con democracia y capitalismo de estado,

-Y lo peor: dependencia ideológica extranjera.

Por todo esto es que ciertamente, el gobierno puede decir que posee una estrategia sólida como una roca, pero en realidad, como toda piedra, ante el calor intenso de la realidad venezolana, termina partiéndose en muchas partes.

Cualquier estrategia gubernamental, y la subsiguiente planificación, están en función de lo que casi exclusivamente el presidente aprecia como realidad, y aprecia como solución; la concertación a la sombra de la constitución, no existe, y eso justamente, hace que toda la estructura de mando y gobierno, así como su “sólida” estrategia, esté basada en el inmenso portaviones –pero volador, como dirigible lleno de gas-, que es el liderazgo indiscutible del ciudadano presidente de la republica, pese a su dependencia ideológica “exógena” ya sugerida. El lo sabe, y conoce la precariedad de la posición que todo su esfuerzo tiene, al no estar de forma plena, basado en la constitución. La necesidad de alterarla entonces (al alma escrita de la nación), debe seguir en la mente del Sr. Presidente, y para ello, la necesidad de una constituyente, o en el más sencillo de los escenarios, de una asamblea nacional totalmente leal a él, (por la misma conveniencia que eso supone a su vez, para quienes buscan poder dentro de la mencionada asamblea), para mantener el tramado paralelo impuesto a ultranza. (Contraviniendo con ello la separación de poderes, sometidos estos únicamente a la voluntad del soberano).

(No soy analista político, como los que en TV abundan con buena o mala intención, sin embargo, no por ello, al ver a alguien corriendo decididamente hacia un despeñadero, algo impide que podamos prever cual será el fatídico resultado de no cambiar su carrera. Cosas de sentido común.)

Lo mejor, sin embargo, en el período de aprendizaje nacional, está por venir. Está llegando la hora de poder poner en practica lo que realmente concibamos como nación, y lo que como gobierno, deseamos para el país. El ciudadano presidente de la republica bolivariana de Venezuela, tiene aún años de buen gobierno por materializar, con la constitución como guía exclusiva, o de oportunidades reales de desarrollo que arrojar a la basura que la incoherencia acumula con cada instante, a nuestro alrededor.

sábado, 23 de enero de 2010

La oposición venezolana: esa cosa sin sabor, sin olor ni color.

¿Me faltó decirles que carente de proyecto nacional?. Bueno, así es en efecto, la diáspora formada por casi toda la oposición política en Venezuela.
De entrada, no puedo negarles que existen buenas ideas, pero ellas, lejos de formar la columna de un plan opcional de desarrollo nacional, sólo se limitan a ser el maquillaje que intenciones cuarta y quinta republicanas, utilizan para distraer a quien las escucha u observa.

Simplemente, existen demasiados intereses particulares aún, como para que la oposición venezolana logre concentrar sus aspiraciones políticas en un solo candidato por curul de la asamblea nacional disponible para las próximas elecciones; esa es su debilidad, y también su perdición, frente a la poderosa, y sumisa maquinaria gubernamental. Allí está su gran reto de aquí a los siguientes meses.
A parte de eso, sus argumentos casi siempre son débiles, no conectados unos con otros, y muy matizados por la actitud igualmente reaccionaria que tienen hacia el verbo, las acciones y las posturas del ciudadano Presidente. (Hemos tocado esto antes).
Todas sus «estrategias» de desarrollo son del tipo genéricas, más bien vagas, como si de una guía fotocopiada hasta verse borrosa, y que estuviese disponible en los pasillos de una universidad, para contestar correctamente un examen, se tratara.
La mayoría de los lideres políticos son de por si, también oportunistas políticos; el mismo presidente de la república lo es, desde aquellas lacónica expresión de «por ahora...». Rafael Caldera lo logró con su discursillo en el antiguo congreso, a raíz del golpe del 92, y así por el estilo, decenas de personajes políticos en el país, han logrado alguna notoriedad, diferenciándose abismalmente, eso si, de Hugo Chávez, por sólo lanzar alguna que otra idea brillante, pero una vez mas, desconexa del todo, no logrando superar las dudas y desconfianzas que sus orígenes, actitudes y compañeros, inspiran en el colectivo.
Por eso es que Hugo Chávez no tiene aún rival: aunque el presidente ya no llena el molde del líder adecuado, lo cierto es que ningún otro logra deslastrarse del estereotipo que significa ser «mas de lo mismo», refiriéndonos con ello a la fatídica asociación con el pasado corrupto cuarto republicano.
Así las cosas, una vez más, pareciera que estamos en un camino sin salida. Sin embargo, el liderazgo político «sexto republicano», (si me permiten llamarlo así, para diferenciarlo de los actuales), se encuentra en pleno proceso de maduración y de ensayos iniciales.

La única sugerencia que por ahora humildemente me doy el permiso de hacerles llegar, es que no escuchen con demasiada esperanza, a quienes no muestren un compromiso absoluto con el precepto constitucional, y a quienes no manifiesten la necesidad de llevarse únicamente por Dios y por la constitución, poniéndose incluso, una fecha de termino para su aporte al colectivo como administradores del poder publico nacional.

Los he escuchado (a los políticos de oposición y oposicionistas), durante horas, y no son capaces de mantener ese hilo congruente del que les hablaba. Tampoco les resulta apelar de continuo a la constitución y a las leyes, porque esa táctica les resultaría en una disminución de su propio perfil, de su protagonismo, lo cual no toleran, y simplemente, caen ante sus propias torpezas, reconocidas ya por la gente con facilidad; facilidad que el bregar de estos años turbulentos, les ha dado.

El líder alterno al ciudadano presidente no es alguien que por primarias, o por consenso, saldrá. El liderazgo ya se ha dicho multitud de veces: no se impone.

En lo personal, preferiría que el colectivo sea su propio líder; grupos de lideres quizás, como conexiones eléctricas, a veces en serie, a veces en paralelo, resultarían mas efectivos y seguros que un solo hombre o mujer, levantándose cual mesías de los pueblos. Sin embargo, reconozco que ello es difícil, y nuestra afición (heredada de los españoles), a no hacer nada y esperar que la solución caiga del cielo, no nos ayuda para nada a conseguirlo. Una vez más, el tiempo de esas cosas llegará. Lo importante es ir pensando como deberá ser, para que llegado el momento, no nos compren con cuentos de camino, y así podamos decidir con sabiduría.

Necesidad vs. negación; el drama del gobierno.

Claro, me refiero a la necesidad que tiene todo gobierno de tener un álter ego, un némesis a quien culpar de los males que no es capaz de enfrentar o superar. A este elemento cuasi necesario para un gobierno de confrontación como el nuestro, se le une un fenómeno de negación absoluta; una negación que no acepta que el bando opositor pueda tener razón en algo; una negación tan obstinada como a de la oposición hacia cualquier loro del gobierno.
La negación de cualquier hecho negativo para el gobierno mismo, como lo son las erradas políticas económicas (en vez de imponer un modelo productivo de justicia social, se limitan a imponer a contra corriente, un modelo social ajeno a nuestra cultura), o la decadencia del sistema eléctrico venezolano, se convirtió desde el inicio, en el método para escurrirse de cualquier responsabilidad.

Simplemente, se niega cualquier palabra o gesto que venga de esta oposición; es como la "ley del hielo" que de niños podíamos usar para jugar, donde acepto que "estás allí", pero niego "existas".

(Un poco como el teorema en mecánica cuántica del gato de Schrödinger; un poco como un acertijo cuántico, donde mientras que no lo observes, se mantendrá en una condición de "vivo-muerto"...)

Hay que reconocer que el método da resultados, -y muy buenos- políticamente hablando, sobretodo cuando el colectivo se "divierte" y pasa a ser participe de juego, "haciéndose" el que no ve tampoco al "contrincante", aunque ese contrincante sea parte de si mismo, como familia, o como nación.
Hay una persistente tendencia a despreciar al prójimo, si éste no comparte nuestra opinión. Esa es parte de la inmadurez de la que hemos hablado en el pasado. Por eso observamos como muchos venezolanos se "restean hasta la muerte" con el Presidente, mientras que otros se "restean hasta la muerte", pero por luchar democráticamente por su salida del gobierno. (¿Recuerdan el bote con dos remando a bordo, pero en direcciones opuestas?). Un girar inútil sobre sus propias cegueras, haciendo imposible cualquier acuerdo. ¿Se imaginan si ese "resteo" fuera por Dios, la justicia y el pueblo?.
Quizás en la semántica del termino, esté la explicación: resteo viene a significar "dar el resto". la pregunta que de inmediato aparece es ¿El resto de que?; será de nuestra esperanza?, será de nuestro entendimiento de la situación histórico-contemporánea?
La respuesta a esto es clave para dar el siguiente paso.
El darnos cuenta de nuestra aparente precaria situación, no es motivo, empero, para arrojarnos a fatalismo. Entender, como hemos mencionado tantas veces, que la evolución de una nación se desarrolla en otra escala de tiempo, distinta a la de un hombre o una mujer, es perentorio.

Estoy consciente que este asunto lo hemos tratado anteriormente; sin embargo, necesario es repasarlo.
Negar la participación del contrincante a mismo nivel del otro, para no perder el status o el aura alcanzada, funciona mejor cuando de naciones se trata, pero es muy malo cuando de un mismo país hablamos, pues el resultado es este que tenemos: una nación donde la confrontación es cotidiana, la fruta buena se pone con la fruta mala, ante el supuesto adversario, y la nación toda se para frente al espejo a observar que no existe opción clara de liderazgo, pues ni el mismísimo presidente, a querido formar a un sucesor, siguiendo más la conseja del apego al poder, que el de la alternancia del mismo, como la voluntad de la constitución, dicta. Lo mismo ocurrió en Cuba, y vean los resultados. La tardanza es que por causas naturales, ambos hermanos fallezcan, para que esa isla, se transforme en algo distinto, que dependerá ya de los cubanos en el momento, y no de la aplicación de lo constituido, o mucho menos, de lo que ambos hermanos pretendieran durante su hegemonía.

¿Y que hay del liderazgo del presidente?, me dirán.
Bueno, ese es un liderazgo que no desea soltar el poder amasado a su alrededor. He allí su debilidad y su falla.
(Más vale malo conocido que bueno por conocer, dirán algunos...)

Puede aún pasar a la historia como el hombre al que la nación perdonó y le dio la oportunidad de reorientar justamente el rumbo del país, o si así lo prefiere, como el hombre que no supo aprovechar la inigualable oportunidad de ser humilde, líder y ciudadano, en un país donde todo estaba por mejorarse, mediante la aplicación exclusiva y estricta de la constitución venezolana, comenzando por la justicia, la seguridad, la educación y el trabajo, contando para ello con la incalculable riqueza del petróleo, alejada de manos corruptas.

Pueden decirme que me equivoco rotundamente; está bien, se los acepto como parte de la negación en que vivimos como nación.

lunes, 18 de enero de 2010

La Constitución de la Republica Bolivariana de Venezuela, no es de transición. Es el alma escrita de la nación.

Permítame exponerle con todo el respeto, excelentísimo Sr. Presidente, el por qué su reciente afirmación, no es correcta, y requeriría a mi parecer, de una disculpa a la nación.

Primeramente, el carácter de transición no es posible dárselo, debido a su naturaleza misma. Ya mencionaba en el titulo de entrada al blog, esa particular condición de ser la constitución, el alma escrita de la nación, y que debido a ello, no puede considerarse en transición hacia nada, pues ella misma es la esencia por donde brota de manera organizada, la energía del colectivo nacional.

Pretender cambiarla, o modificarla en su base, supone pretender también modificar la venezolanidad misma, y ello le esta prohibido a todo venezolano. Es importante que el país entienda esto. Es importante que del ciudadano Presidente de la Republica para abajo, acepten incondicionalmente esto, pues ella (la constitución) es el Sol, prendido en el cielo que es Dios, y que ilumina el suelo de la ley, que le da firmeza y fertilidad a la tierra donde vivimos, trabajamos, estudiamos y prosperamos.

Las adecuaciones, o refinamientos justos, siempre deberán pasar por largos periodos de reflexión nacional, no menores a un periodo presidencial, lo cual buscaría garantizar, como hemos dicho en el pasado, la aplicación posterior al cese de funciones del presidente electo para ese periodo, a fin de salvaguardar su honor de posibles malas interpretaciones de intereses particulares, y sobretodo, para garantizar que sólo con cabezas frías, se piensen, se sopesen, los cambios a decidir presentar finalmente a un referendo nacional.

Si aún la terquedad anida en el corazón de alguien, tenemos que esgrimir en contra de los cambios en caliente, la inconveniencia de su intento de modificación radical, por el peligro inherente a la “desvenezolanización” que ello conlleva, toda vez que su concientización social, su asimilación, por primera vez en la historia republicana, aún esta en pleno desarrollo.

Una cosa es un ley, desarrollada como herramienta de aplicación de la esencia del alma escrita de la nación, que en una etapa dada del desarrollo nacional, puede ser modificada o incluso, derogada cuando su función ha sido completada para ser sustituida por otra en esa siguiente etapa deseablemente planificada, y otra cosa es querer cambiar la constitución; es como pretender cambiar el piso de un edificio, con este apoyándose en el.

Me he dado cuenta, -y de seguro Uds. también-, que a medida que pasa el tiempo en este blog, más entradas del mismo han obedecido a la necesidad que siento de plantear el contrapunteo, es decir, la replica sana cosida con el hilo continuo de la sensatez que humildemente anhelo tener y mejorar, a lo planteado desde la poderosa, avasallante y muchas veces equivocada maquinaria gubernamental.

¡Un gobierno debe regocijarse cuando el colectivo, y sus individuos, se levantan a opinar, para apoyar o diferir, según el caso!

¡No me digan que la peor diligencia es la que no se hace, o que mejor es probar y morir en el intento, a nunca intentarlo! Se trata de algo inmenso, que involucra a todos los que vivimos en esta nación, y lo más importante, a los que nacerán en ella en los siguientes años y hasta en décadas. No es asunto de tratar con alegría de inocente, como si de una epopeya se tratara, de cuya ejecución dependiera la vida de un amado rey igualmente épico.

No es un juego; como tampoco lo es el hecho de que aún hoy, no se inculque a los niños, la majestad de la constitución, la esencia de lo que significa, y la necesidad de aprenderla, tanto como el abecedario o los números. Allí está la debilidad que mata, que permite la desfiguración de lo que somos, hacia lo que otros quieran que seamos.

Insisto como siempre, en que la estridencia no es necesaria, cuando la razón está de nuestra parte; sino lo creen, observen con cuidado, y vean quienes son los estridentes en Venezuela.

La constitución no es una prenda de vestir que se cambia o modifica con la moda, pues la moda misma, -reconozcámoslo-, es un factor externo a nosotros mismos, a nuestro país, que solo busca adecuarse a lo que los demás usen, y así resaltar. Tengamos muchísimo cuidado con las banalidades, vengan de donde vengan, sin importar su aparente idoneidad o su estampa épica y deseable.

¿Quieren revolución?, o mejor: ¿Quieren darle un sentido verdadero y constructivo a la palabra revolución?; la revolución no se trata de dar vueltas como un perro, para echarse en el mismo sitio; tampoco de “quita eso para poner esto”; se trata en esta querida nación, de por primera vez en su historia, hacer cumplir lo que escribimos. De hacer cumplir la constitución, nuestra alma escrita como nación.

domingo, 17 de enero de 2010

El presidente puede declararse marxista; sus posturas personales no deben afectar a un país serio. Ahora, la pregunta es: ¿Somos un país serio?

Si sus respuestas son afirmativas en su mayoría, definitivamente no tienen por qué seguir leyendo mi humilde reflexión. Estoy equivocado en lo que a continuación escribo, y quizás deba disculparme con el universo todo.

Sin embargo, si sus respuestas son mayoritariamente negativas, seria porque somos dependientes patriarcalmente, o por razones aún mas profundas e históricas, necesitamos de un guía máximo, de una figura paterna más grande que nosotros, -que por cierto, no por ello decidimos buscar a Dios para ese papel-, y entonces el tema dentro de la pregunta planteada, adquiere un matiz alarmante y triste.

Una nación donde un hombre se declare “x” o “z”, y en función de ello, el país entero sufra un cambio en su forma y rumbo, de seguro es una nación sin horizonte fijo, a la espera de que tarde o temprano, otro hombre, con otra postura, llegue a la presidencia, y comience una vez mas, el zigzagueo “estratégico” por los mares de la futilidad. (Nótese que sólo existe un cargo relevante en Venezuela: la presidencia; esto es debido a la concentración constitucional y de facto de todos los poderes decisorios en esa figura política administrativa)

Por eso me he detenido a veces a repasar conceptos elementales que nos aclaren lo que con tanto dramatismo, utilizan los políticos todos, para hablarnos y marearnos.

Hace unos días les hablaba sobre la devaluación, sobre la electricidad y otros temas, y ya hoy, en la actualidad, en Venezuela pareciera que eso pasó al baúl del olvido. Simplemente, se acostumbraron. Ahora lo que importa es que el presidente se declaró marxista, o que Daniel Ortega, Presidente de Nicaragua, declarase que los EEUU quieren apoderarse de la humilde y desolada Haití, al llevar a esas tierras, aprovechando la calamidad de ese hermano y querido pueblo nunca bien atendido, su poderosa y desproporcionada maquinaria bélica (como si en la mentalidad estadounidense, “la mitad de una isla chiquita, llena de negritos”, fuera un objetivo militar importante).

El ciudadano Sr. Presidente de la Republica ya explicó las bondades y asertivos beneficios que tales medidas económicas y técnicas traerán a la nación, para ahora si, sacarnos de los terribles daños infringidos única y malévolamente, por la cuarta republica; mientras, la misma oposición de siempre, desgastada y harta de si misma, demuestra en estos días, la casi nula capacidad de reacción que está teniendo para estructurar alguna alternativa seria para el país, -que no pase por un inútil referéndum que sólo sirva para una lista de Tascón II y para ciertos políticos, quienes necesitan de un “contrincante” a quien culpar y atacar, para no quedar ellos mismos como los obvios responsables; me dirán duro o negativo, pero lo cierto es que de lo patético, nos estamos deslizando a lo ridículo, sin prestar la mas mínima atención a los detalles.

Nuestra constitución, esa alma escrita de la nación, no está siendo estudiada, asimilada, ni mucho menos respetada, por quienes gobiernan, ni por quienes habitan en este país.

El recientemente aplicado, echado para atrás, vuelto a echar para adelante y ahora si, remodelado plan de racionamiento eléctrico nacional, es ejemplo clarísimo de lo que reaccionario significa dentro de la planificación mal hecha, y sobre la superficialidad con que se maneja un tema tan necesario e impostergable, aunque duro en su aplicación, como lo es el de la carencia de capacidad productora de energía.

¿Que el presidente se declaro marxista?; eso no tiene ningún problema; antes se declaró revolucionario, multipolar y antiimperialista; también bolivariano, soldado de la patria, cristiano, y el más humilde de los hijos de esta tierra.

¿Somos un país serio?; yo creo que no.

lunes, 11 de enero de 2010

Sobre la devaluación en Venezuela; cuando el borde de la montaña se desmorona, ¡no queda más que saltar!

No soy economista; tampoco político. Solo un ciudadano que ve un par de cosas:

Primero: Que la ilusión del dólar a 2.120 Bs. no podía mantenerse, a pesar de lo conveniente que pareciera, de la misma manera que cualquier precio, de cualquier producto, no puede mantenerse en el tiempo indefinidamente sin cambio, en una nación donde la inflación nunca baja de 25% aprox., cada año que pasa.

No me gusta que la amenaza de una inflación aún mayor, se balancee sobre mi cabeza como la famosa espada de Damocles, pero tampoco quiero estar parado sobre un globo, y que este aumente y aumente de tamaño a cada instante, sin saber cuando explotará.

Segundo: A pesar de las buenas intenciones gubernamentales, pareciera que nuestras acciones siguen siendo reaccionarias, de acuerdo a la situación, nada más. Ahora el oposicionismo se lanza a la ofensiva, indicando con torpeza, -sin esperar a estudiar las reacciones económicas y sociales con el paso de los días-, el supuesto desastre que esta devaluación supone; al mismo tiempo, -y del otro lado de la calle-, el gobierno, por enésima vez, se ensalza en lo oportuno, necesario y progresista de la medida tomada; definitivamente, no existe nada negativo nunca, para el que gobierna.. Está bien; digamos que es bueno devaluar, pero: ¿Qué pasó con los otros “buenos” de las veces pasadas en que se devaluó?

Lo cierto es que hace unas semanas varios políticos oficialistas juraban que no habría devaluación. Mientras esto pasaba, los de oposición, se daban golpes de pecho, como si ellos, inocentes, no hubieran hecho lo mismo si estuvieran en el poder. ¡Hipócritas todos! Les perdonamos cualquier cosa: si esa fuera la actitud de los venezolanos en el matrimonio, ¡no existirían los divorcios!

El hecho irreducible, pese a todo, es este: desde 1983, hasta hoy, la moneda se ha depreciado en un factor de un poco más de 1000.

¿Ha mejorado en esa misma proporción la calidad de vida de todos los venezolanos en ese mismo periodo?

¿Cuál es el error terrible y hasta masoquista del que no hemos sido capaces de liberarnos?

Volvamos al asunto inicial y veamos por qué esta situación actual es como mínimo, incomoda:

Cuando las cosas se producen en el país, con materiales, mano de obra, tecnología y soporte/protección jurídica, estamos ante una nación, digamos, con atmósfera económica propia, bien “oxigenada”, capaz de mantener en balance, la inflación controlada, la devaluación conveniente, y los incrementos salariales como incentivos económicos. Es por eso que una moneda nacional de menor valor frente a la de los países que pueden comprar nuestra producción manufacturera, se vuelve un factor de competitividad y de buenas oportunidades. Pregúntenle a los chinos…

Sin embargo, cuando casi todo en nuestra economía, se produce con elementos importados, -por no decir que es totalmente importado-, es como si viviéramos con la atmósfera económica prestada, como si el “oxigeno” tuviéramos que comprarlo continuamente, y por ello, la devaluación se vuelve un asunto mas bien traumático al disminuir nuestro poder adquisitivo, nuestra capacidad de “respirar”, y es en este punto donde nos damos cuenta que, pese a los esfuerzos gubernamentales, año tras año, cada vez nuestra economía está mas atada al que hemos convertido en un fatídico signo monetario, conocido como dólar.

En este ciclo vicioso y aparentemente eterno, estamos oficialmente desde 1983, cuando durante el gobierno de Luis Herrera, la burbuja de jabón no aguantó más, estallando, y en cuyo reguero resbalamos sin detenernos hasta el día de hoy, donde coincidencialmente, en un viernes también, se devalúa nuestra moneda. ¿Existe alguna ironía misteriosa en el hecho de que saliéramos del 4,30 y volviéramos a el?

¿Saben?, nuestro “Bolívar Fuerte”, está como el Popeye de las caricaturas estadounidenses de hace décadas: Necesita comer espinaca (dólares “verdes” en este caso), ¡para hacer sus proezas!

La inversión hecha en el cambio monetario, se va entre las manos ahora, con inflación y devaluación combinada, de la misma manera en que cualquier cantidad de miles de millones de dólares se han desperdiciado, al no invertirse en sano desarrollo en estas casi tres décadas. Quizás esa medida, la de crear el bolívar fuerte, es decir, la reconversión, debió esperar a que el balance económico fuera un arte ya manejado por nosotros, algo así como no buscar trabajo como ingeniero, hasta estar graduado.

Lo único que puedo decirles, es que cada año, mi bolsillo de hombre simple, termina con menos dinero, aunque trabajo igual o más. Las colas en el hospital no veo que disminuyen, y las posibilidades de sufrir un encuentro con la delincuencia, no han disminuido. En los últimos 10 años, como en los 10 anteriores a estos, no he visto que la aparición de invasiones, y las consecuentes barriadas y ranchos, haya disminuido de alguna manera.

Ciertamente, la gente ahora tienen la libertad y el derecho a pasar horas en una cola para comprar comida barata; antes la comida barata la podías comprar en cualquier parte, aunque no le haré mas halagos a lo pasado, pues también recuerdo que la especulación y la miseria existían.

Con el pasar del tiempo, sólo veo oportunistas que van y vienen con los gobiernos de turno, y siempre se marchan con los bolsillos llenos. Simplemente, la cantidad de dinero robado por la corrupción en Venezuela, es grosera, asquerosamente enorme.

La inflación, como la burocracia y el oportunismo político, ensalzando a esa corrupción y a la división de los venezolanos, siguen adelante, mientras el 2010 comienza con las mismas visiones épicas de grandeza, de todos los años. El enorme folio de medidas realistas por tomar, aguarda por nosotros, que ocasionalmente, llegamos, como por curiosidad, a tomar alguna al azar.

Uno no, diez caballos como el de Bolívar, necesitamos para cabalgar en tanta ilusión.

sábado, 9 de enero de 2010

Sobre el racionamiento eléctrico en Venezuela: Cuando la sensatez no predomina, y las medidas no convencen al hábito de no sacrificar nada.

Lo que sería comúnmente un tema mas bien técnico, propio de estrategas, planificadores gubernamentales y políticos dedicados a bajar información verdadera a la gente a través de medios de comunicación que no solo vivan de lo que imprimieron o radiaron en esa jornada, hoy por hoy es un tema del que a esta alturas, quizás tengamos que hablar de lo que viene, y no de lo que se pudo haber hecho.

Quise terminar el párrafo anterior mencionando lo que se debió haber hecho en los últimos 25 años, pero recapacitando, me doy cuenta una vez más, que el asunto se traba en los últimos 11 años, dado el rompimiento de facto hecho -en apariencia- con los anteriores gobiernos, y en cuya marcha, se intentó acabar no sólo con lo malo, sino también con lo bueno.

La historia no puede romperse, y como un río, sus aguas no pueden ser contenidas indefinidamente…

Ya a estas alturas sabemos que no hay, por un lado, suficiente capacidad de transmisión eléctrica a nivel nacional, y por el otro, que no hay capacidad sustentable y estable para producir los megavatios de electricidad requeridos, por las limitaciones del sistema hidrogenerador, la saturada -y superada- capacidad del parque termoeléctrico, y el escaso éxito en la implementación de nuevas plantas de ambos tipos de generación eléctrica, mas que nada por los desaciertos políticos y de planificación.

Las interconexiones internacionales quedaron como “saludos a la bandera”, más que como sistemas de intercambio efectivos. Las mas mínima planificación estratégica, décadas adelantadas a las necesidades de la población y del aparato industrial venezolano, quedaron ahogados en pseudos tecnicismos, burocracia y corrupción.

Las voces alzadas de técnicos, trabajadores e ingenieros del sector, se silencian ante la autoridad superior, vertical y sorda, ocupada más de la política de partidos, que de las políticas de progreso nacionales.

Desde la década de los 70´s, el sistema hidroeléctrico del Gurí, nos fue vendido como el gran tomacorriente de Venezuela, capaz de “enchufar” incluso, a los países vecinos; muchos compraron esa mentira; los técnicos no.

El país hervía, y aún hierve en gas natural, pero la pdvsa del pasado no consideró necesario explotarlo por razones de costo, mientras que la nueva pdvsa no sabe que mas prostituir de si misma para enamorar a empresas extranjeras capaces de buscar, explotar y comercializar el gas que nosotros no hemos sabido en décadas extraer, para finalmente utilizarlo en plantas generadoras. Ni hablar de la orimulsión, utilizable en el mismo propósito, y en la actualidad, dejada a un lado.

Así se presenta el panorama eléctrico nacional. Ahora, se unen dos fenómenos nuevos. Uno de ellos, es utilizado activamente por los oposicionistas de costumbre, para atacar al actual presidente en ejercicio, mas que para plantear soluciones, mientras que el otro, nadie lo menciona.

Comencemos con el primero; es más sencillo, y lo conocemos. Lo mencionamos al principio, y se refiere a la reactiva política del gobierno, obedeciendo con ello a las situaciones del momento, y no ha una planificación cuidadosa y respetada con rigor.

La segunda cosa, es más delicada, y se trata de la resistencia que estamos poniendo, como población, como colectivo, al menor consumo energético, y al consecuente sacrificio, que se necesita.

Observen bien este comportamiento, porque guarda dentro de si una parte importante del problema medular que tenemos como venezolanos: la adversidad al sacrificio, por considerarlo inútil, cuando no nos sentimos conectados con la situación, como si dijéramos: “eso es culpa de otros; no mía”.

¡Ah!, ¡pero es que nunca nos sentimos culpables por nada!

Asumimos esa actitud igualmente a nivel de colectivo nacional, pese a que al final de cuentas, nosotros somos los que elegimos a nuestros gobernantes cada cierto periodo de tiempo, por lo que, como dice el viejo refrán: “La culpa no es del que golpea, sino del que le da el garrote”

La reacción casi exagerada que estamos teniendo, ante los racionamientos y algunas medidas mal notificadas de cortes en el servicio o los cierres de comercios que ello a veces implica, es un ejemplo perfecto de la carencia de sentido de nación que tenemos. ¿A quien ahora, del lado externo a nuestras fronteras vamos a culpar?; ¿al fenómeno del niño?; ¿a los meteoritos?, ¿a las profecías mayas del fin del mundo? (!)

Una cosa es exigir orden, y otra es rehuir las responsabilidades.

Terrible ha parecido el cierre temporal a horas más tempranas, de casinos y cines, en el entorno de los C.C. y otros negocios, y ello muestra nuestra ausencia de la realidad del país. Somos responsables de cada consecuencia hecha realidad hoy en día, pero negamos rotundamente esto.

Ligera ha sido también la reacción de algunos burócratas, al culpar a la población de derroche energético, resultando ello del hecho que es más fácil, una vez más, culpar a los demás, y no aceptar las culpas propias, esta vez, del gobierno.

No reconocen esfuerzos de ahorro que incluso, han salido de las propias empresas eléctricas en el país desde hace años, y niegan con ello también la fuerte imagen que desde el estado mismo, se vendió siempre del consumo de energía, como sinónimo de nación poderosa y prospera.

Recuerdo que alguien pidió que todas las empresas del estado bajaran en 20% su consumo eléctrico; muy bien, pero ¿cómo quedan aquellas empresas que ya habían logrado bajar hasta mas de 20% su consumo, por su buena previsión? ¿Van a bajar otro 20%?; ¿alguien les preguntó por sus logros?, ¿alguien se los reconoció? Es el problema de querer hacer pasar todo por un solo criterio, mas propio del hacendado en su hacienda, que de un gobierno para con su nación.

Nada de eso se evalúa con justa dimensión histórica, actual y de futuro; todo pareciera ser compulsivo, reactivo, como mencionaba anteriormente. Eso es un error, que comienza con los venezolanos de a pie, con el colectivo en general, y termina con lo venezolanos que poseen responsabilidad administrativa política directa.

Una vez más se plantea una sola tarifa eléctrica nacional, de golpe, sin considerar los años de acostumbramiento que tarifas congeladas tienen sobre la mente del colectivo, y de paso, como si el país fuera una sola, aburrida, plana y gris superficie, igual en toda su extensión. Cada zona geográfica tiene sus características de generación, distribución y consumo, que debe ser estudiada con cuidado. Las políticas planas, obtienen resultados igualmente planos.

No es lo mismo aumentar la tarifa en los andes venezolanos, donde los a/a (que consumen mucha energía) son mas una rareza que otra cosa, que en el Zulia, por ejemplo, donde el calor hace necesario la refrigeración que ofrecen los a/a. Maracaibo sufre no solo del calor húmedo, sino también del efecto amortiguador que tiene la masa de agua del lago de Maracaibo, -a la orilla del cual se encuentra la ciudad-, para evitar que el calor disminuya sensiblemente en la noche, lo cual si ocurre en ciudades cálidas, como Barquisimeto o Ciudad Bolívar, donde las temperaturas si bajan en las noches por no estar cerca de una masa de agua tan grande que acumula energía calórica en el día. El asunto no es tan simple como un político pueda explicarlo, como ven.

La creación de una sola empresa eléctrica nacional, como Corpoelec, que busca aglutinar los esfuerzos, aunque es perfectamente viable para maximizar los recursos, también demuestra que solo es necesaria en la medida en que un ente nacional sea incapaz de establecer y hace cumplir, las necesarias planificaciones y disposiciones que a nivel del país todo, deben cumplirse, como la misma corporación eléctrica nacional lo hizo patente en sus comienzos, al no lograr establecer un criterio y una autoridad única real. La remoción de sus primeras autoridades, bajo un halo de ineptitud y posible corrupción, lo demuestra.

Como siempre, lo importante es: comprender de donde venimos, porque estamos en donde estamos, hacia donde queremos ir, y como queremos hacerlo.

La historia reciente nos demuestra de donde venimos, y lo hemos mencionado. El por qué estamos donde estamos, debe incluir una explicación sobre como después de invertidos mas de 20.000 millones de dólares en el sector, la situación no sea mejor. Supongo que buena parte del dinero fue finalmente desviado por la corrupción, y para las ilegitimas, pero igualmente hechas hiper-campañas políticas de las últimas consultas electorales.

¿Se imaginan la cantidad de viviendas que se habrían podido hacer con esos recursos dilapidados en otras “acciones” distintas al eléctrico?; ¿Calculan a cuantos niños enfermos se les pudo haber pagado el tratamiento medico que los sacara de la miseria y el sufrimiento?

El hacia dónde queremos ir, necesariamente pasa por la planificación, y esta, como sabemos, debe estar estructurada por lo menos en tres etapas:

1. Corto plazo: Es decir, el tiempo inmediato; comienza con el racionamiento (léase, -el no uso- de electricidad). Primeramente hay que explicarle a la población, cada uno de los detalles sinceros que deben ejecutarse para frenar la necesidad de generar más electricidad, con lo cual los embalses duren más tiempo. Esto implica educación, y constancia. Igualmente involucra, el cambio de horario en Venezuela por estaciones, si es que no se quiere volver al antiguo uso horario. El reciente cambio terminó incrementando el uso de energía, y aumentando simultáneamente el tiempo que la gente, ya en la oscuridad, queda expuesta al medio y a la inseguridad, al salir de sus trabajos para volver a sus hogares. (Recuerden, geográficamente, el sol no sale al mismo tiempo en Tucupita, que en Maracaibo. Caracas esta sólo a medio camino de ambos usos horarios).

La segunda parte la constituye seguramente, la puesta a punto de TODO el parque generador existente, y el mantenimiento necesario del sistema de transmisión. La única fuente “alterna” de energía que tenemos, si no queremos consumir el llamado Diesel, que podemos seguir vendiendo al extranjero, es la abandonada Orimulsión. Las patentes son nuestras, y por tanto, la tecnología también.

La última parte seria el sacudirle el polvo a los proyectos hidroeléctricos y termoeléctricos ya proyectados o planteados, terminarlos y plantearlos sobre el terreno. Comenzar la planificación de emergencia de los recursos, suprimiendo aquellos que en verdad puedan postergarse, incluyendo, por ejemplo, el gasto superfluo que representan las campañas electorales actuales.

2. Mediano plazo: El inicio de la construcción de las plantas eléctricas de gran capacidad; esto incluye, primero las hidroeléctricas que aún pueden instalarse en el río Caroní, segundo, las termo-generadoras de mas de 1000 MV. Este punto es delicado, por cuanto sólo las primeras plantas de este tipo, (y si es que es necesario), deben ser instaladas por personal extranjero; creo que hoy en día, esto puede ser hecho por personal profesional venezolano casi íntegramente, y ello es parte vital de nuestra autosuficiencia y confianza nacional. Tercero: el estudio y puesta en ejecución de opciones realmente alternativas; eólicas, para zonas especificas como la Guajira venezolana y la península de Paraguaná, por ejemplo, y la geotérmica, para zonas posiblemente como la de manantiales de aguas termales en varios puntos del país, lo cual debe estudiarse en serio. Las mareas en el estrecho del lago de Maracaibo, y las corrientes del río Orinoco, son interesantes de estudiar igualmente, y quizás de aplicar como generadoras de electricidad.

La energía nuclear es factible, pero deseable dejarla como ultima opción, pues los recursos necesarios para instalarlas, superan con creces, los necesarios para las otros tipos de plantas generadoras, e incrementaría fuertemente nuestra dependencia tecnológica del extranjero, innecesariamente. Las fuentes de fusión nuclear, estarán disponibles para cuando por fin pudiéramos establecer apenas la energía producto de la fisión nuclear.

El plazo para las termoeléctricas no supera los tres años, lo cual delimita también la duración de la primera etapa ya mencionada y el comienzo de la segunda. Las hidroeléctricas, van a constituir el eje del largo plazo:

3. Largo plazo: La construcción de las hidroeléctricas que puedan ejecutarse en territorio nacional, con una previsión no menor a 25 años. Ese será también la duración de esta tercera etapa, que sufrirá modificaciones mas adelante, a través de las programadas revisiones estratégicas que deben existir.

El como queremos hacerlo.

En este último punto, necesariamente comienza con una pregunta: ¿Por qué la ingeniería y la tecnología venezolana no es tomada en cuenta para construir y mantener la industria eléctrica de la nación?

¿Por qué esa malsana actitud, de ignorar nuestra propia capacidad científico-técnica-industrial, lleva a que países como Argentina, Cuba, España, sin contar a Brasil, Irán o China, sean los que construyan y hasta mantengan un elemento tan estratégico para el país?

Sin dudarlo por un segundo, nuestra mentalidad tiene que ir más allá a la de creer que solo cooperativas para hacer motores eléctricos podemos hacer. Somos capaces de crear mucho más; estamos en control del conocimiento y la técnica necesaria para construir plantas, aunque debamos aceptar componentes importados. No creemos en nuestra propia grandeza, como no creemos en que existe nuestra mediocridad para aceptar las negativas consecuencias de tantos años de dejar erradamente que el dinero del petróleo, mantenga la sonda del suero del tercermundismo corriendo por nuestras arterias y venas, en vez de ser el liquido que aglutine el poderoso concreto de las bases que fundan nuestra nación.

La electricidad, como el agua y los servicios de manejo y procesamiento de aguas negras y desechos sólidos, es más importante de lo que pareciera en nuestra alegre y distraída manera de llevar la nación. Corregir es lo necesario.

La delincuencia no es el principal problema del país, como dice el ciudadano ministro del interior; es la corrupción.

(Quien vive en Venezuela, sabe de las declaraciones dadas por este funcionario gubernamental en estos días, en torno al tema de la delincuencia cada vez mayor en el país).

Necesario es volver sobre el tema.

De nada sirve lo que se haga en materia policial, si la corrupción no permite que esta funcione adecuadamente, y que los pocos delincuentes capturados de acuerdo al código penal vigente, sean procesados estrictamente, apegados únicamente a la ley.

Estamos no nadando, sino sumergidos, en el más descompuesto excremento que puedan imaginar.

Desde jueces y burócratas, pasando por policías y fiscales, hasta llegar a los recientemente graduados oficiales de policía y transito terrestre, todos están marcados por el denominador común de tener mucho más de un corrupto en sus filas, manchando el buen honor de los demás hombres y mujeres que aún luchan por la dignidad.

El daño, si habláramos de un paciente con cáncer, habría que calificarlo en términos médicos, sin duda, como de terminal.

El asunto, sin embargo, es que al hablar de una nación, y del colectivo que la forma, los canceres solo hacen sufrir, y como máximo transforman a la sociedad, hasta que ella misma pueda amputarse aquellas partes dañadas, -si me permiten la expresión-, para con ello, comenzar un doloroso proceso de recuperación

Aún no llegamos a ese punto; aún parecemos un perro con sarna, que sigue viviendo entre rascada y rascada, para mitigar ese picor horrible, enrojecido y costroso, que sin embargo, no logra verse a si mismo.

Si en algún procedimiento administrativo, no tienes que “colaborar”, “multarte”, “bajarte de la mula”, “dejar pa`los `frescos”, o “pelar los dientes y decir algo bonito para caerle bien”, sales del recinto, extrañado y preocupado, ¡como si algo no estuviera bien!

Entiendan mi punto de vista por favor: NADA, absolutamente NADA de lo que hagamos para combatir la delincuencia, la ineficiencia, o la desplanificación nacional, tendrá éxito, si no comenzamos por hacer el mea culpa necesario, y destruimos el germen de la corrupción, -es decir, la politización de todo, particularmente de la administración pública; la falta a las normas establecidas y el intercambio de favores, (muchas veces como única vía de lograr estabilidad laboral y seguridad social)-, castigando implacablemente a quien caiga en ella. Pareciera que no queremos aplicar esto, porque sabemos que algún familiar caerá en este proceso. ¿Significa que la corrupción está presente, de cualquier manera o forma, en cada familia venezolana en el país? ¿Somos un país corrupto hasta los huesos, o sólo tenemos una sarna incomodísima y dañina, pero curable?

Aunque no esté al alcance de nuestra comprensión como nación todavía, pareciera que tal vez hemos llegado a un punto donde la aplicación de la justicia, a través de las leyes y de nuestra alma escrita como nación, no podrá ser posible sin hacer algunos sacrificios, y sin otorgarle a un grupo implacablemente honesto de jueces, una inmunidad total, exceptuando cualquier hecho corrupto mismo, llegando incluso a ofrecerles asilo en otro país al final de su periodo de trabajo extraordinario, quizás de 2 o 4 años, para proteger a sus familias y sus propias vidas. Quizás la cadena perpetua deba ser aplicada, antes de que incluso, mas de uno comience a considerar en serio, la pena de muerte. Ojalá no lleguemos a considerar esa alternativa extrema. ¿O será que quizás el escenario de la muerte, a la que los venezolanos le tenemos terror, igual que al esfuerzo o al sacrificio, haga reflexionar a más de uno tentado por la corrupción, o por actos atroces?.

Afortunadamente, no hemos llegado a esos escenarios radicales, mas de finales de mundo que de naciones prosperas.

No es un problema exclusivo de Venezuela, pero es el único sitio donde nos tiene que interesar detenerla primero.

El principio del fin de esta sarna, comenzará cuando en cadena nacional, el ciudadano presidente de la república, declare a éste como a nuestro peor mal, y su erradicación o control extremo, sea la única opción. Tendríamos que prepararnos para múltiples convulsiones, y profundos dolores, como los que sufre aquel adicto que pasa por la desintoxicación. Será duro, pero es la única opción para despegar como nación. Nada nos hará evitar ese obstáculo; nada evitará que lo superemos.



domingo, 3 de enero de 2010

El Plan Colombia, o cuando la mugre (*), en vez de recogerla, se barre hacia los vecinos.

(*): Aquello que servía, pero la no atención gubernamental lo convirtió en lastre y paria social.

De entrada, veamos el por qué de esto: El gobierno colombiano, en su accionar militar y no social fundamentalmente, a través del mencionado plan colombo-estadounidense, contra sus propios canceres, (injusticia social, guerrilla, paramilitarismo, delincuencia organizada y drogas), han obligado a muchísimos irregulares a desplazarse hacia la frontera, tradicionalmente débil en protección y control, de parte de ambos gobiernos, (el colombiano y el venezolano), suscitando con ello el cambio de actividad delictiva, instalando de esta manera el sicariato, el secuestro y la extorsión, netamente colombianas, en territorio venezolano.

Las consecuencias de décadas de desidia venezolana, limitada a la inútil retórica antinorteamericana, en el control efectivo de la frontera común, y en la aplicación del mandato constitucional, así como de su estructura de leyes, ha sido justamente, la penetración, cual ácido corrosivo, del extracto mas pérfido y enfermo de la descomposición social colombiana.

Un aparentemente impecable presidente colombiano, bañado del aura de la intelectualidad y desarrollo del mundo occidental, junto con una brillante campaña publicitaria exterior, no son suficientes para ocultar el terrible daño medular ya mencionado, en la sociedad colombiana, con su control central y de élites, que mortalmente, se han combinado para hacer de sus conflictos internos, un cáncer terminal, y de sus secreciones, el foco infeccioso que no supimos evitar.

Misma falta de control, previsión y fortaleza de nación, ha tenido Ecuador, y ahora sus consecuencias, en menor medida, tienen también.

Declararlo ante el mundo es necesario como primer paso, una vez mas, para reconocer nuestras fallas en este tema, al miso tiempo que de manera impostergable, aplicamos los correctivos a fin de controlar constitucionalmente, la frontera.

Un ejemplo del camino que podemos seguir en este sentido, lo es el recientemente anunciado nuevo proceso de cedulación en Venezuela. Este debe convertirse en la oportunidad para rectificar, y minimizar en cuanta medida sea posible, el enorme daño ejercido sobre el país, con la entrega a precio de nada, de la nacionalidad venezolana a quienes no lo merecen, pues no hay peor manera de ser venezolano, que cometiendo un acto ilegal y de engaño, concientemente, para haberlo logrado.

Quien tenga antecedentes activos, quien consiguiera la nacionalidad mediante acto fraudulento, y quien viniera solo a dar problemas, no puede seguir en el país. Sin duda gustosamente sus países de orígenes los acogerán. Ya lo hemos reflexionado anteriormente; no se trata de sentimientos xenófobos, sino de sano y justo amor de nación; de amor por Venezuela, y por el que será el hogar de nuestros hijos, y de todos aquellos que en verdad, hayan querido hacer de esta tierra, su nación, por la que luchar, e incluso, morir.

Estoy seguro que cualquier amigo extranjero, aceptaría este modo de proceder, si ello supone el reconocimiento de sus derechos humanos, y de sus aspiraciones a vivir con legalidad, en la tierra que puede ser la de sus hijos.

Estudiar, analizar y comprender el contexto histórico, social y económico de Colombia, volviendo al tema, ahora nos es absolutamente necesario, dada la influencia desmedida que su proceder mediante el mencionado plan Colombia, está teniendo sobre nuestras fronteras y sobre las corrientes migratorias que vienen, así como sobre nuestra ya mencionada, maltrecha concepción de pueblo.

La hermandad colombo-venezolana es solo una quimera que nosotros hemos aceptado como cierta, como el niño inocente que no ve malicia en nadie.

La hermandad es una condición de respeto y confianza, labrada producto de una vida de buenas relaciones.

No hay hermandad en quien después de décadas de usurpación territorial hacia nosotros, aun pretende más de nuestro territorio. No hay hermandad en quien deja que sus conciudadanos, crucen los caminos verdes hacia un destino incierto, por ser ello más fácil que atenderlos.

No es de hermandad, quien viene a nuestro país, no a hacerse uno con nosotros, sino a hacernos uno con ellos.

El plan Colombia hay que enfrentarlo únicamente con un Plan Venezuela: El plan que restituya nuestro orgullo nacional; el que restablezca el imperio de la constitución y las leyes, y el que restablezca la prosperidad de todos los que justamente vivimos aquí, al mismo tiempo que devuelva a su correcto y alto lugar, el respeto que nuestros vecinos deben tener, por este país llamado Venezuela.

Los chinos, ¿Aquellos de los que cuidarse?.

No pretendo lanzar improperios y calumnias contra los pobladores de aquella enorme nación, pero tampoco puedo evitar comenzar a hacer algunas reflexiones sobre su crecimiento económico, sobre sus políticas, y sobre sus planes de futuro como quizás, la más grande potencia militar, económica y política del planeta, ahora que su dinero y su ingerencia, comienza a sentirse en Venezuela.

Con esto no me refiero al hecho simple, pero notorio, de cómo lo “made in china”, se ha hecho omnipresente en la economía nacional, yendo ya mas allá de los conciudadanos chinos, con cedulas y pasaportes venezolanos de la noche a la mañana, vendiendo comida china y víveres en general con éxito indiscutible.

(No podemos tampoco negar que cada cosa hecha en China que desplaza a una fabricada en el país, elimina puestos de trabajo aquí, generándolos allá, pero eso es otro triste tema).

Muchos han venido con la única ilusión de ser libres y prósperos, haciendo cosas que los venezolanos no hacían ni entendían, como en su momento, los europeos venidos luego de la II guerra mundial, encontraron terrenos vírgenes para la explotación y el enriquecimiento.

A esos ciudadanos, que solo quieren vivir en paz, hemos de darle siempre la bienvenida, pues sus esfuerzos, y sus riquezas económicas, también fortalecen a la nación. Sin embargo, ya hemos mencionado lo peligroso que resulta esa prosperidad cuando un estado desdibujado de su nacionalidad misma, permite el surgimiento de fuerzas paralelas a los intereses de la republica.

China es una nación de milenaria cultura, y también de milenaria miseria padecidas por sus habitantes, que pasaron de dinastías en dinastías, hasta llegar al agujero aparentemente sin fondo de la colonización europea y japonesa, para insurgir con fuerza durante la larga marcha que llevaría al poder político, económico y popular, al líder Mao Tse-tung

Una economía en continua evolución, los llevó, catapultados por los intereses de menores gastos laborales de occidente, a la producción de aquellos productos occidentales que al amparo de la riqueza ilimitada dada a los empresarios, también dio experiencia industrial valiosa, trabajo a los ciudadanos, y estimulo de progreso a los científicos y tecnólogos chinos.

Seria una grosería tratar de condensar aun más lo que en las últimas décadas, incluyendo la epopeya vivida por la generación de Mao Tse-tung, se experimentó en China, y de los cambios que en su modo de ver el mundo, han tenido. El hecho irreducible es que hoy por hoy, con su enorme capacidad de producción a bajos costos laborales, se hacen invencibles en su expansión multidisciplinaría y multifacética, emergiendo de ello, la China que otorga prestamos, vende sistemas tecnológicos civiles y militares completos, sin que por ello se detengan en la ampliación de sus esferas de influencias, siempre pragmáticas.

Vengo observando a los chinos desde hace tiempo, y en ese periodo no he visto que fuerza alguna pueda revelarse o discutirle influencia al poder político central. La China de hoy, aún limita las disensiones políticas y de carácter religioso de su población. Más de una vez, los cristianos, como los islámicos, han sido perseguidos y expulsados del territorio continental.

De los países poderosos, quizás sea China el más alejado de los conceptos de caridad, solidaridad y hermandad. Parecieran no mover un dedo, si no hay ganancia de por medio. El mejor negocio industrial, o de explotación de recursos, es aquel donde ellos pongan la maquinaria y toda la mano de obra, dejándole a los nacionales las mínimas regalías posibles y los desechos a montones de dicha explotación.

Jamás les escucharán envueltos en retóricas inútiles. Tampoco los observarán invitando al mundo a renunciar al armamento nuclear, o dando el primer paso para renunciar al poder de veto en la ONU, que consideran su derecho natural.

Estoy seguro que su pragmatismo también tiene lados positivos, y sin dudarlo, lograrán avances importantes antes que otros países en apariencia, mucho mas preparados hoy en día, para dichos cambios.

Son seres humanos, y como decíamos al principio, son hombres y mujeres con una historia tan larga, como las penurias vividas.

Nuestra claridad como nación, vuelve a ser tan importante en este asunto, como nuestra resolución a ser libres y dejar que los demás lo sean. Nuestros principios como sociedad deben ser intocables cuando ellos solo tienen como resguardo, la fe en Dios, y la aplicación irrestricta del alma escrita de la nación, a fin de que cualquier negociación efectuada con ellos, no suponga, como ha sido en el pasado, la entrega explicita de soberanía, o de regalías cuantiosas, en un país donde al final de cuentas, el petróleo a debido darnos ya la capacidad auto crediticia para prosperar.